Titular
Algo que decir ·
«Tenemos la idea equivocada de que lo que se vacían son los pueblos pequeños en beneficio de las grandes ciudades»Me hubiera gustado titular el presente comentario con un rotundo ¡Jodo, Floro! pero no lo hago; primero por respeto a la audiencia, y segundo porque ... tiene dos palabras y me he propuesto utilizar solamente una, que parece fácil pero no lo es. La imprecación estaría justificada por los malos datos poblacionales que se ciernen sobre la región en general, incluyendo Valladolid, que es la parte que me afecta. Saber que, si se cumplen los vaticinios de la Universidad de Ávila, la capital perderá más de un veinticinco por ciento de población de aquí a treinta años es un pésimo augurio que puede convertirse en realidad.
Aunque no me he esforzado gran cosa en comparar pueblo a pueblo lo que nos depara el destino, la mayoría de los resultados no pueden ser más desalentadores, tal y como se aprecia en este reportaje. Intuir que Medina del Campo perderá cuatro mil y pico vecinos en tres décadas, o Rioseco pasará de 4.700 a 3.400, es enfrentarse a un futuro aterrador que justifica el ¡jodo! inicial. Porque incluso ahora que tanto se habla de despoblación, algunos tenemos la idea equivocada de que lo que se vacían son los pueblos pequeños en beneficio de las grandes ciudades. Y no es verdad porque, como dijo Blas de Otero, de esta calamidad «no se salva ni Dios». La esperanza que nos queda es que las predicciones son para 2050, lo que me permite aferrarme al verso de otro famoso, y encima de Valladolid, José Zorrilla: «cuán largo me lo fiáis».
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