Jesús Ferrero

El 'timo' de la Vía de la Plata

«Qué más da lo que la historia atestigua, o qué importalo que realmente ocurriera, lo relevante hoy es el oportunismo cierto y grotesco»

J. Calvo

León

Lunes, 28 de septiembre 2020, 07:31

No hay certeza que se resista a un buen político empeñado en retorcer la realidad a capricho, ni certeza bíblica que se extienda en el ... tiempo si quien la relata la moldea a su antojo una y otra vez como si fuera un trapo. Nada es imposible cuando lo que menos importa es respetar el curso histórico y lo que eso supone, y desde luego todo resulta susceptible de alterar la verdad por un puñado de monedas o favores adobados con no pocas y cómplices sonrisas.

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Ocurre ahora con la Vía de la Plata, una calzada romana emblemática que parte de Emérita Augusta, capital de la Lusitania y actual ciudad de Mérida, y tiene como punto de destino la bimilenaria, romana y admirable ciudad de Astorga en la que el patrimonio atestigua el orgullo de formar parte de tan singular trazado hispano. En el itinerario de Antonino, el real y cierto recuerdan los expertos, este trayecto de piedra pisada sobre barro equivaldría a la calzada número XXIV entre Mérida y Zamora y a la XXVI entre Zamora y Astorga. Una joya del patrimonio y de la historia, por resumir.

Así era la historia hasta que la política, bendita política, decidió en las últimas semanas reordenar el trazado, revisar su metría y advertir de un enorme error que ni las propias legiones romanas de la época pudieron llegar a percibir. Locos romanos. Visto lo visto las curias del siglo I antes de Cristo circulaban por el camino equivocado pero, afortunadamente, Junta y Xunta han enmendado el error unos siglos más tarde. Menos mal. Habrá que bendecir a este grupo de salvadores.

En realidad, todo es un dislate, hasta el punto que una inexplicable comunión de intereses han llevado a 'renovar' y 'reconducir' este vial hacia las provincias de Zamora y Orense con el único y reconocido fin de obtener 'flujo turístico' y lo han hecho en detrimento del verdadero trazado. Qué más da lo que la historia atestigua, o qué importa lo que realmente ocurriera, lo relevante hoy es el oportunismo cierto y grotesco.

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'Lo que han hecho es un timo', ha remarcado el alcalde de Astorga, Alonso Perandones, en un grito que mezcla incredulidad, desesperación e impotencia. «Una tropelía fraguada cuando la historia no es que importe poco, es que no importa nada», le han sumado a sus palabras. «Lo ocurrido resulta un atentado a la historia de un camino milenario», también se ha añadido.

Y tienen razón. Si hoy la sociedad en general desconfía de sus políticos, si recela de sus decisiones y si mantiene una prudente e higienizante distancia sobre ellos, tiene mucho que ver con este tipo de fanfarronadas (o estupideces, dependiendo del cabreo que acompañe en el momento).

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Existe la sensación de que todo se puede hacer cuando se tiene chófer y despacho, que nada resiste a la brabuconada pronunciada con traje y corbata, y que nada resulta imposible si se pisa moqueta y solo se mira por la ventana (cuando se mira, que hay ocasiones en las que el foco se pierde justo en el borde del cristal).

Digan lo que digan, la Vía de la Plata es la que es. La derivada de ahora, la que se ha inventado un puñado de mentes pensantes dispuestas a confundir al viajero y a mover las señales como si se fuera un bandolero escondido tras los arbustos del camino, es un descafeinado invento, una chusta, una mofa y un atrevido ejercicio de funanbulismo político que debería sacar los colores a quienes lo han aplaudido (por desconocimiento, se supone).

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Sólo hay una Vía de la Plata. Y lo ocurrido no tiene nombre. Bueno, sí. «Es un timo», pero con mayúsculas.

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