Soledad
Que no escriban que murió triste y solo; ese es el objetivo de quienes vivimos solos
Cuando emprendes el viaje de vivir solo, tu instinto te enseña que no es lo mismo estar solo que sentirse solo; es una lección de ... primero de soledad, esa peligrosa compañera que, no lo duden, causa más muertes que el tabaco. Uno es de familia numerosa y también la tengo y no puedo evitar melancolía al constatar que bajo el techo de mi casa solo estoy yo.
Imagino que a esos 17.000 que formamos la nómina del club segoviano de los solitarios les ocurrirá algo parecido y que ponen todo de su parte para no atravesar la barrera que separa estar y sentirse solo; lo físico de lo espiritual. Y si la franquean, quiero pensar que buscarán donde agarrarse para dar marcha atrás y volver a enlazar con la sociedad. Pero no es fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que más de la mitad han cumplido 65 años, momento exacto de la vida que mi padre encuadraba en la segunda edad y media y no en la tercera. Ironías del abuelo para suavizar que entraba en el tramo final.
Evidentemente los 17.000 terminaremos en el mismo lugar, pero un consejo de colega de situación a los otros 16.999: que en vuestra biografía no escriban que murió triste y solo; nunca algo me ha provocado tanta pena que ese epitafio, aunque el difunto me sea ajeno. Y aunque uno pueda morir triste –que el asunto no es para celebrarlo, sobre todo si has sido un disfrutón–, por favor que no sea solo. Demos guerra a esa amante inoportuna de Sabina, que se llama soledad, o 'sole', si tienes confianza después de años de convivencia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión