Ser o no ser
Con flema británica ·
La que era una elegante y sofisticada señora, octogenaria aguda, miembro de un club de lectura, cinéfila, graduada en Sociología por la universidad a distancia, socia del Partido Laborista, y tantas otras cosas, ya no hace nada más que pasar sus días contemplando una pared blancaEl día 4 de julio mi madre tuvo un accidente. Se cayó en casa, golpeándose la cabeza contra el suelo con tanta fuerza que ha ... quedada permanentemente atontada. La que era una elegante y sofisticada señora, octogenaria aguda, miembro de un club de lectura, cinéfila, graduada en Sociología por la universidad a distancia, socia del Partido Laborista, y tantas otras cosas, ya no hace nada más que pasar sus días contemplando una pared blanca que está enfrente del sillón en donde está sentada. En su habitación de la residencia, en las afueras de un pueblo de la costa inglesa, hay una gran pantalla de plasma, además de una radio. Las enfermeras (santas, todas) dejan encendida una u otra casi continuamente, pero ella no tiene el menor interés en lo que transmiten. De hecho, no tiene interés en nada. Allí está, esa mujer qué una vez fue contemporánea de un joven John Lennon en el Colegio de Arte de Liverpool, además de dueña de las primeras tiendas de discos en el vanguardista barrio de Camden Town, en el centro de Londres, ya reducida a un simple ser desconectado. Tan desconectada que ni se le ocurre pedir ayuda cuando ha hecho sus cosas en el pañal que lleva. Si ella supiera que yo he escrito la frase anterior para ser publicada en un periódico, quedaría horrorizada, pero no sabe nada. Ni sabe los nombres de los familiares consternados que todos los días llaman por teléfono a los médicos y asistentes sociales que la cuidan para ver si hay alguna novedad.
Pero no hay novedad. Ninguna. Nunca. Su mente va a quedarse así, sin cambiar, excepto a peor. Al contrario, su cuerpo está relativamente bien y es bastante posible qué vaya a vivir un tiempo más. Su propia madre, mi abuela, vivió 94 años, así que sería razonable suponer que le queda la mayor parte de una década en este mundo. En Gran Bretaña, a los precios de hoy, eso significa alrededor de medio millón de libras, (casi 600.000 euros) del presupuesto de la salud pública. Un tremendo malgasto de dinero por alguien qué, si estuviese capaz de tomar una decisión, elegiría la muerte antes qué seguir existiendo en esas condiciones.
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