El peaje de la salud
«Desde el preciso instante en que una compañía se encarga de gestionar lo que sea, se da por sentado que priman los beneficios. Esa es la esencia de la industria»
Sonrojó oír al jefe ejecutivo del hospital de Torrejón anteponer los beneficios frente a los pacientes. Pero ¿en realidad es esa una anomalía en el ... Edén de la honestidad? Desde el preciso instante en que una compañía se encarga de gestionar lo que sea, se da por sentado que priman los beneficios. Esa es la esencia de la industria.
La historia del Hospital Universitario de Burgos es el ejemplo perfecto de cómo un gobierno puede meterse en un lío monumental. Se inauguró a bombo y platillo en la etapa del burgalés Juan Vicente Herrera, con discursos ampulosos, pero lo que no dijo es que el centro se estrenaba a plazos, como quien firma un acta matrimonial. ¿El resultado? Un contrato que ahoga a la sanidad pública hasta 2036 y un canon que se ha disparado sin freno, sin contar los sobrecostes al construirlo. Lo que iba a ser más barato y eficiente acabó siendo un chollo para la concesionaria y un lastre con el que carga la sanidad pública en su conjunto. Mientras la empresa privada aseguraba sus beneficios, la Junta asumía actualizaciones de pagos, ampliaciones y reequilibrios que hincharán la factura hasta rozar los 2.000 millones. Y para rematar, el hospital que prometieron como el mejor de España ni siquiera destaca en su propia comunidad. Todo ello envuelto en una gestión opaca, decisiones discutibles y la actitud de quien venga detrás, que arree. Al final, el HUBU no es solo un hospital caro, sino el recordatorio de lo que pasa cuando la política prioriza el escaparate y el beneficio de los emporios con quienes yace.
«Cuando un político dice que inaugura un hospital, la pregunta que hay que hacerle es: ¿Ese hospital lo deja usted a deber o está pagado? Porque, si lo deja a deber, haga el favor de marcharse rápidamente y empezar a pagarlo», Feijóo dixit aterrizando en Génova (España).
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