L. Pérez / Ical
La Platería en llamas

Arrepentimientos

«Sobre el lienzo de Castilla y León acaba de asomar un arrepentimiento con los últimos brochazos ejecutados por la voluntad popular, que ha cambiado notablemente de color»

Rafa Vega

Valladolid

Miércoles, 26 de julio 2023, 00:22

Adoro lo que la hermosura del italiano llama 'pentimentos', es decir: la huella de esos restos pictóricos revelada por toda una suerte de diferencias entre ... el planteamiento inicial que pudo proponerse un artista durante la ejecución de un cuadro y el resultado de la figura o de la composición que definitivamente firmó con sus pinceles.

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A veces, estos famosos y siempre interesantes arrepentimientos son indisimulados y accesibles a simple vista. Pero otros han alcanzado la celebridad solo porque fueron desvelados gracias al auxilio que brinda la tecnología. Las radiografías de un cuadro son capaces de sacar a la luz toda la cocina oculta en los entresijos de ese hojaldre químico que reposa prendido en la urdimbre de un lienzo centenario; de esa secuencia estratigráfica —frágil y quebradiza— compuesta por pigmentos, carbones, yesos, aceites, trementinas, barnices y aglutinantes.

Gracias a la curiosidad meticulosa de los rayos X, la mirada ávida de los amantes del arte cuenta con una nueva pinacoteca paralela en la que obras harto conocidas muestran al público los trazos seminales de una composición que fueron abandonados: las dimensiones corregidas de un brazo o de una pierna, el escorzo de un torso retorcido que jamás se llevó a cabo; la postura abanicada de un brazo o de una mano, como si sus autores hubieran practicado con sus bocetos de carboncillo el arte del dibujo animado en la silente y segura intimidad de sus estudios.

También hay arrepentimientos en los manuscritos literarios, donde la indagación entre las tachaduras repartidas por los párrafos tortuosos de sus cuartillas pudiera descubrir aquellas citas que jamás llegaron a ojos de un linotipista para vivir cobijadas entre las páginas impresas de un libro, aunque una vez fueron pensadas y escritas por el autor.

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En cualquier caso y disciplina, los benditos arrepentimientos nos permiten pasear por la mente de sus autores: por ese laberinto de titubeos e incertidumbres; por ese peligroso bosque sin senda conocida en el que a veces los creadores se pierden al internarse en busca de lo que ni siquiera conocen. Acaso sea esa la razón por la que encontrar un arrepentimiento ajeno produce tanta satisfacción. Primero, porque humaniza a su genio creador; segundo, porque conecta un punto de origen y un punto final de ese proceso creador. Es decir, traza una trayectoria y reanima el tránsito entre los principios del autor y los fines de su obra.

Es probable que de levantar sus cabezas, todos los artistas mostraran su disgusto si pudieran advertir que el futuro ha sido capaz de revelar cuantos arrepentimientos vivieron durante la ejecución de su obra; a veces, con el fin de solventar un error y otras, sencillamente, por un cambio de opinión o de interés.

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Sin embargo, no hay nada de malo en arrepentirse, en cambiar de rumbo, en enmendar un trazo. Sobre el lienzo de Castilla y de León acaba de asomar un arrepentimiento con los últimos brochazos ejecutados por la voluntad popular, que ha cambiado notablemente de color. La radiografía indicará que sobre varios escaños, hoy azules, ayer lucía un pigmento verde, aún húmedo, pincelado durante las últimas elecciones autonómicas. Un 'pentimento' interesante y hermoso, como lo son todos, que no solo desvela la trayectoria de una voluntad popular a menudo indescifrable, sino que confirma la frescura de nuestro lienzo político. Un cuadro que nunca se termina ni se firma; un cuadro que se pinta de continuo y que superpone trazos, cambia composiciones y mezcla colores, tonos y proporciones. Enmiendas, correcciones y añadidos: arrepentimientos de un lienzo inacabable al que acabamos de propinar con nuestra soberanía creadora otro par de pinceladas.

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