Pudor
Orinar en la calle, un problema que agobia a los vecinos. Contención o una vela a San Cucufato
Que tire la primera piedra quien esté libre de haber orinado alguna vez a la intemperie. Si hay alguien en ese colectivo de los que ... nunca tuvieron esa necesidad y la ejercieron o ese desahogo y no se apuraron, mis respetos y, sobre todo, mi incredulidad. Es difícil no haber caído en la tentación y aguantarse hasta el retrete más cercano.
Sin embargo, que seamos una abrumadora y fisiológica mayoría no nos exime de cumplir las normas y sujetarnos los esfínteres, a pesar del consejo médico contrario. Eso es lo que piden los vecinos del casco histórico de Segovia con el asunto: contención. Porque ellos sí la tienen, aderezada con cierta resignación cristiana, para soportar a quienes evacúan en las históricas piedras de la vieja ciudad, en las que ya no existen aquellos carteles coercitivos en los que se prohibía hacer aguas mayores y menores bajo multa de unas pesetas.
Los vecinos protestan y las autoridades analizan los motivos y el perfil de los causantes. Todas las papeletas de quiénes son los meones recaen en personas mayores llevadas por la traicionera próstata y en los jóvenes, dirigidos por el alcohol, por la falta de respeto e, incluso, por un factor de exhibicionismo que excuso detallarles, que malo sería que ya estuvieran prostáticos.
Y suma también la ausencia de pudor, que San Cucufato les debería restituir, que cantaba el genial Javier Krahe. Al santo le encendía una vela porque «devuélveme el pudor hace un frío que pela». Y más en Segovia.
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