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El líder de ERC, Oriol Junqueras, que se encuentra en prisión provisional, promete el cargo durante la sesión constitutiva de las nuevas Cortes Generales de la XIII Legislativa. Efe
Un político de compañía

Un político de compañía

El espigón de recoletos ·

«Mientras en Europa nos seguimos sintiendo solos, en el imperio del sol poniente han descubierto el séptimo cielo del calor humano a cambio de unos cuantos yenes»

David Felipe Arranz

Valladolid

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Sábado, 25 de mayo 2019, 08:34

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Ahora que la mascota llevaba el volante de la familia, de la pareja, de la cotidianidad del hogar y de los besos en la penumbra, una empresa japonesa ha puesto en marcha un negocio consistente en arrendar al prójimo a las abuelas, tíos, progenitores y vástagos disolutos. Se llaman tiendas de alquiler humano y lo mismo te puedes llevar a una escultural 'amiga' a un bodorrio que encargar a un robusto mozo que te acompañe al súper y te ayude a llevar las bolsas a casa. En este diálogo oriente/occidente, los nipones nos llevan la delantera: mientras en Europa nos seguimos sintiendo solos, en el imperio del sol poniente han descubierto el séptimo cielo del calor humano a cambio de unos cuantos yenes.

Allí los 'ikikomoris', entregados al solipsismo máximo, no salen de la habitación y reciben en casa, como los burgueses de Galdós. En cambio, en España ya no entramos en casa: «Pepe, ¿es que no tienes casa?», un clásico de los paraísos perdidos de calle y taberna. Es una ventaja psicológica esta de los poderes fácticos de la celebración de la amistad: Unidas Podemos ha protestado ayer contra la suspensión, tres días después de tomar posesión de sus escaños, de los cuatro diputados presos en prisión preventiva y de momento el Congreso se ha reducido de 350 a 347 señorías. Al otro lado del canal de la Mancha, la primera ministra, Theresa May, que quería una cuarta votación del acuerdo del 'brexit', no tiene amigos entre los conservadores y laboristas del Parlamento británico: tendrá que llamar a Human Rental Shop y alquilarse a unos cuantos líderes para que le den cariño en Downing Street hasta que se marche de casa. De 'dancing queen' a dama despechada, como las de Lope, Shakespeare o Calderón, que escribía papeles para mujeres de rompe y rasga, como Semíramis, 'La hija del aire', dueña y señora de sus ejércitos por despecho. «'Brexit' significa 'brexit'», dijo Theresa, como el «fútbol es fútbol» de Boskov o «un vaso es un vaso y un plato es un plato» de Mariano. Porque el líder da por supuestas las cosas sin pensar en ellas y se coloca a sí mismo con impenetrabilidad dialéctica, en presente de indicativo del verbo ser. Después viene la infecundidad ideológica y la incapacidad política.

Junqueras, Turull, Rull y Sànchez han movido las mandíbulas para jurar con fórmulas imaginativas el acatamiento de la Constitución española. Tres sesiones van ya consagradas al morbo de este asunto de gran complejidad jurídica, recaditos mediante a Pedro Sánchez: «Tenemos que hablar», le espetó al presidente subiendo las escaleras el líder de Esquerra Republicana. Qué hay de lo mío, presidente. Parte de la ciudadanía ha elegido a estos representantes y los ha sentado allí con sus votos. Fuera ya del hemiciclo, más caseros y muy de abrir el frigorífico en zapatillas, buscan un nuevo empleo. A buen seguro y en pocos años, las tiendas de 'políticos de compañía' subirán el tono de la madrugada de muchos españoles. Ay, qué mala es la soledad, amore.

Twitter: @dfarranz

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