Ferrero

Patrimonio cultural y clima

La declaración de ICOMOS hace un llamamiento a la acción colectiva urgente de todos los actores relevantes para salvaguardar el patrimonio cultural y natural de los efectos climáticos

Joaquín Torres Ramo

Lunes, 18 de abril 2022, 00:27

El 18 de abril se celebra el Día Internacional de los Monumentos y Sitios, propuesto por la UNESCO para llamar la atención sobre la riqueza ... que nos proporciona el cuidado y el conocimiento de nuestro patrimonio cultural, así como tomar conciencia de la diversidad del patrimonio cultural de la humanidad, de su vulnerabilidad y de los esfuerzos que requieren su protección y conservación.

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Este año 2022 se articula en torno a la temática: 'Patrimonio y Clima'. Se brinda con ello la oportunidad de ampliar el alcance del discurso sobre el patrimonio cultural, ligándolo a un tema que hoy tanto nos preocupa y en el que la conservación del patrimonio tiene mucho que decir. En el marco global de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, pensar en el patrimonio recibido y en su salvaguarda para las generaciones futuras es una acción imprescindible por el valor cultural que conlleva, pero también por su contribución social, económica y ambiental.

Esta visión entronca con el enfoque estratégico del Plan Científico Trienal de ICOMOS (El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) para 2021-2024, y continúa el discurso narrativo que comenzó el año pasado cuando, en consonancia con un espíritu de diálogo intergeneracional abierto y constructivo, ICOMOS centró este mismo día en el lema 'Pasados complejos: Futuros diversos'.

ICOMOS publicó su Declaración sobre el Patrimonio Cultural y la Emergencia Climática en 2020, reconociendo el potencial del patrimonio cultural para desarrollar una acción climática inclusiva, transformadora y justa a través de la conservación de todos los tipos de patrimonio cultural frente a los impactos climáticos adversos y con el objetivo de lograr un desarrollo sostenible resiliente al clima. Unos años antes, el Marco de Sendai para la Reducción del Riego de Desastres ya identifica las prioridades de acción para orientar la gestión del riesgo.

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En la declaración de ICOMOS se hace un llamamiento a la acción colectiva urgente de todos los actores relevantes para salvaguardar el patrimonio cultural y natural de los efectos climáticos, mediante la evaluación de su vulnerabilidad y por medio de una gestión adaptativa que, entre otros caminos, trate de aprovechar el potencial del patrimonio cultural, tanto tangible como intangible, el conocimiento y las prácticas del patrimonio y de las comunidades locales, para contribuir a cambiar, impulsar, mitigar los efectos, dar respuesta o trabajar en la recuperación y la adaptación climática. Todo ello desde una perspectiva de equidad y justicia.

En este contexto, la conservación del patrimonio construido puede convertirse en motor impulsor de la acción climática.

Por un lado, más allá de la necesidad de salvaguardar nuestro patrimonio haciendo frente a los riesgos derivados de los cambios en el clima, el propio patrimonio es una fuente de conocimiento para abordar el cambio climático. Nos ofrece enseñanzas de cómo el ser humano no sólo se ha adaptado para la vida en distintas latitudes y en diversos climas, sino que lo ha hecho de una manera propia, reflejo de lo que es y de lo que anhela. La arquitectura vernácula nos da grandes lecciones de adaptación al medio: la casa organizada en torno al patio, propia del contexto mediterráneo, o la tipología compacta de casonas y caseríos del norte de España, son ejemplo de ello. Más aún, los grandes logros constructivos a lo largo de la historia cuentan cómo el ser humano ha sido capaz de superar las limitaciones del entorno en el que se instalaba y del medioambiente en el que se desarrollaba su actividad.

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Desde su conocimiento se aprovechará mejor todo el potencial del patrimonio cultural para ofrecer vías resistentes al clima que refuercen el desarrollo sostenible, al tiempo que se promueve una transición justa hacia un futuro con bajas emisiones de carbono.

Por otro lado, el Patrimonio mundial fundamenta su resiliencia en su valor universal excepcional que, en definitiva, es fruto de su respuesta ejemplar a un momento, un lugar, una necesidad y unas circunstancias, que ha llegado a trascender. Pese a su fragilidad, este patrimonio construido hunde sus raíces en el alma humana de manera tan profunda como para sobreponerse a las adversidades que en su devenir han amenazado con hacerlo desaparecer. En mi opinión, son esas raíces las que se deben cuidar y trabajar para posibilitar una conservación efectiva y sostenible en el tiempo.

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La Resolución de ICOMOS sobre enfoques del Patrimonio Cultural centrados en las personas (2020) habla precisamente de promover las conexiones de las personas con el patrimonio y los lugares; el diálogo y el entendimiento intercultural, la sostenibilidad y el bienestar de las personas al abordar las políticas y la práctica del patrimonio local, nacional e internacional.

En el Día Internacional de los Monumentos y Sitios se realizarán en todo el mundo cientos de acciones para llamar la atención sobre nuestra riqueza cultural y compartir este desafío común. Si tuviera que hacer una sugerencia personal para este día, sería la siguiente: póngase un abrigo, o quíteselo –haga caso al clima–, y abra los ojos (y el resto de sentidos) a su alrededor. Con 48 bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, España es el tercer país del mundo con mayor número de bienes declarados. Visitar la Alhambra y el Generalife o pasear por el Albaicín; recorrer el Camino de Santiago; contemplar el mudéjar de Aragón o la obra de Gaudí en Cataluña; disfrutar de la cuidad histórica de Toledo, Ávila, Cáceres, Salamanca, Segovia, Cuenca o Córdoba; recorrer nuestra historia –la de la Humanidad- desde Altamira y los Dólmenes de Antequera, al puente de Vizcaya, pasando por de la Torre de Hércules, los Monasterios de San Millán de Yuso y Suso, Guadalupe, Poblet o el Escorial; escuchar el canto de los pájaros en el Palmeral de Elche, en los jardines de Aranjuez, o el Retiro, perderse en Doñana o Garajonay, ascender al Teide o a Monte Perdido… son solo una pequeña muestra del rico Patrimonio mundial que podemos disfrutar en nuestro país; y este es tan solo una pequeña porción de Europa.

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