No meneallo
Baches, barro y piedras no seducen, pero sí que el aparcamiento sea gratis
Debatían en abril los entonces candidatos municipales ante la inminencia de las elecciones, esa distracción que ya echamos de menos después de algo más de ... un mes sin ellas. Y discutían sobre la movilidad y el tráfico en Segovia, que ciertamente es endemoniado en una ciudad medieval y con el Acueducto que la parte en dos. El debate se enquistó en este tema y no llegaba a su final, hasta que uno de ellos zanjó: «Ustedes quieren hacer tropecientos mil aparcamientos disuasorios».
Fue mano de santo y la discusión se desatascó. PP y Ciudadanos eran los defensores de tanto estacionamiento en la periferia, que es un perímetro que está aquí mismo. Los demás se hacían los encontradizos con un asunto que ni contigo ni sin ti, no vaya a ser que reste votos. Pasadas las elecciones –¡ay qué nostalgia de votar!– ha habido propuestas en el pleno municipal para crear alguno de los tropecientos mil imaginados. Y nada; que mejor es no meneallo, aunque se pegue, como el arroz de Sancho.
Mientras, los ciudadanos, cucos que somos, continuamos con nuestro empeño de utilizar el vehículo y dejarlo en unos aparcamientos disuasorios que nos hemos buscado y que dado su estado parece que pretenden lo contrario: disuadirnos de aparcar allí. Baches, barro y piedras no seducen, pero sí la gratuidad. Eludir a los amigos de la ORA convence, porque más vale mancharse los zapatos que agujerear el bolsillo. Aunque siempre la mejor solución es el coche no meneallo de casa no se vaya a pegar al barro.
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