Motivos para la risa
El arranque del curso político deja claro que el presidente de Castilla y León camina hacia un estado de felicidad rayano en los que disfrutaron sus antecesores de las mayorías absolutas
Quién le ha visto y quién le ve si se echa la vista atrás apenas dos años. Aquel Alfonso Fernández Mañueco al que el palentino- ... abulense Pablo Casado y el murciano Teodoro García Egea quisieron fusilar al amanecer y sustituirle por la palentina Milagros Marcos, se ha afianzado en los últimos meses tanto en su imagen pública como en su papel de dirigente político con llamativa relevancia mediática nacional.
Bastó verle en el primer pleno de las Cortes. Tuvo una puesta en escena más que correcta, incluso marcando iniciativa, como comprobó en sus carnes el más que alicaído Pablo Fernández, de Podemos, hoy alma en pena parlamentaria, castigado por los dioses de la cosa pública a compartir grupo (mixto) con el no menos apenado ex de todo lo de Ciudadanos en la Junta, excepto Cultura porque no llegaba, Francisco Igea. Qué cruel es la política: dos gallos en las antípodas ideológicas y excesivamente regalados de sí mismos condenados a compartir el mismo corral y no a medias, que tienen que dejar hueco al procurador de Por Ávila, Pedro Pascual. Anda que no tiene que hacer esfuerzos Mañueco para contener la risa que le tiene que provocar esa imagen...
Y, por si tiene poco en esto de afianzar imagen dentro de la comunidad, fuera también, especialmente en Madrid, espacio que, al contrario que Juan Vicente Herrera, Mañueco cuida convenientemente para ensanchar su imagen de ser una de las referencias autonómicas del PP nacional. Inauguró los pactos con Vox, le llovieron chuzos de punta, aguantó mofas y críticas y, ya ven, Aragón, Valencia, Extremadura y Murcia le han seguido los pasos a la hora de tener que pactar con los de Santiago Abascal. No es difícil imaginar a Mañueco en la sede de Génova 13, en esos cónclaves quincenales que convoca Alberto Núñez Feijóo, conteniendo la risa cuando mira al aragonés Jorge Azcón, al valenciano Carlos Mazón, a la extremeña María Guardiola y al murciano Fernando López Miras. ¿Se creían ellos que se iban a librar del abrazo del oso de Vox? Si sabía Mañueco que no les quedaría otra...
También tiene que hacer titánicos esfuerzos para no reír al contemplar en los consejos de Gobierno aquí al vicepresidente y a los consejeros de Vox. Al primero, Juan García-Gallardo, que campaba a sus anchas por la política regional con sus salidas de pata de banco, le pegó un bocado de 5 de 6 diputados en las generales del 23-J que todavía hace que Gallardo no sepa ni por dónde le da el aire. Por cierto, ¿dónde ha quedado la hiperactividad del vicepresidente de la Junta? ¿Dónde está el consejero de Toros (antes Cultura), Gonzalo Santonja? ¿Y el de Industria, Mariano Veganzones? ¿Sabe Veganzones hacer algo más que buscar la manera de fastidiar a los sindicatos y a los empresarios de Cecale? Y, para lo único efectivo, por ser generoso en el calificativo, que tenía Vox en Agricultura... ¿dónde está Gerardo Dueñas, para desesperación de Asaja?
Pero la mayor y mejor bolsa de alegría para Mañueco radica en el PSOE, en el actual PSOE, donde anulado ya para los restos el secretario regional, que no líder, Luis Tudanca, va a ser el mismísimo Pedro Sánchez el que le sirva arrobas de motivos para el ataque. Y como salga la investidura del socialista con el apoyo del huido a Waterloo, Carles Puigdemont, las carcajadas de Mañueco se va a escuchar al otro lado de los Pirineos: ¡Qué regalazo electoral le viene!
Por si pudiera parecer poco lo que llegue vía Sánchez, el carajal que empieza a surgir en el seno socialista en Castilla y León le va a dar a Mañueco argumentos para la hilaridad absoluta. El PSOE empieza a quedarse sin referencias sólidas: ni Tudanca... mejor no gastar en él más palabras por lo acabado que está; ni el que siendo referencia no quiere, el alcalde socialista por mayoría absoluta en Soria, Carlos Martínez, que ni quiere oír hablar del partido regional; ni el otrora todopoderoso alcalde de Valladolid, hoy diputado socialista, Óscar Puente, quien además aparece enemistado con UGT desde que ésta decidiera participar en la Mesa por el Soterramiento en Valladolid que convocó el medio alcalde-medio senador popular, Jesús Julio Carnero. Pero con este se le acaban a Mañueco los motivos para reírse. La que se está preparando en el PP de Valladolid es como para que el presidente de la Junta esté atento, porque Carnero y los suyos no pararán hasta hacerse con el poder en el partido. Si lo sabe el presidente vallisoletano, Conrado Íscar, que se esforzó en halagar con un almuerzo en la semana de Ferias, en un céntrico restaurante de la capital, al empresario dueño del merendero en el que a orillas del Sequillo se decide la política del PP provincial. Primer paso ya en marcha, que le devuelvan a Carnero el partido por derecho, que de hecho ya manda en él; segundo... ¡ancha es Castilla! (y León).
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