Idus de Marzo: maniobras en la oscuridad
«Ni izquierda ni derecha, ni idealista ni pragmática, [Ciudadanos] la opción –que se desarrolló tan espectacularmente en apenas tres lustros– muestra síntomas de agotamiento»
Suele decirse que la vida da muchas vueltas. Pero podría añadirse que la política más. Y tantas que, a veces, parece empeñarse en el perfeccionamiento ... de la llamada cuadratura del círculo. Que a no otra cosa apunta el recorrido estratégico de algunos partidos desde las últimas elecciones generales, como sería el caso de la formación integrada por Ciudadanos. Su cúpula nacional decidió entonces vetar las alianzas que muchos de los representantes de esta tendencia pretendían sellar en varias autonomías con el PSOE, para propiciar –al fin– gobiernos presididos por dirigentes del PP.
Esto fue lo que ocurrió en Murcia, Madrid o Castilla y León. Sí, precisamente las tres Comunidades Autónomas zarandeadas por el supuesto terremoto que iba a desalojar de sus asientos a los populares tras sendas mociones de censura. De ellas, la dirección de Ciudadanos solo admite o confirma que buscaba –y, de hecho, promovió– aquella que atañe a la región murciana. Lo que incita a pensar que, entre quienes mantuvieron contactos previos al respecto por parte de ambos partidos, hubo alguien que no entendió u otros que no se expresaron claramente.
El malentendido amenazó con crecer y expandirse hasta alterar el reparto del poder, pero por ahora –ya que las repercusiones de tal sacudida del mapa político todavía no parecen haber terminado del todo– el seísmo en cuestión nada más estaría dañando de manera irrevocable al partido naranja. Y ello cuando la formación que lideró Albert Rivera no es que pase por sus mejores momentos. Ni izquierda ni derecha, ni idealista ni pragmática, la opción –que se desarrolló tan espectacularmente en apenas tres lustros– muestra síntomas de agotamiento. Y hay analistas que ya predicen –quizá demasiado pronto– su deriva hacia la extinción.
Puesto que lo sucedido en Castilla y León resulta paradigmático de lo ya señalado al principio, había quienes –desde las filas socialistas– venían adelantando durante las últimas semanas una posible moción contra el actual gobierno. La ficha movida en Murcia por la dirección nacional de Ciudadanos lo precipitó todo y, paradojas de la vida y la política, se diría que las figuras del tablero vuelven a encontrarse –aquí– donde estaban hace un par de años. Sin embargo, los actores han cambiado su juego: Igea, que ha declarado en alguna ocasión la intención primera de apoyar al PSOE en su aspiración de formar gobierno, da la impresión de hallarse cómodo en su sillón, gobernando con el PP. Y, muy probablemente, Arrimadas –quien hizo piña con Rivera en la decisión de pactar con el PP en vez de con el PSOE– no habría descartado la hipótesis de plantearse ahora una entente ventajosa con los socialistas también en Castilla y León. Lo que falta por saber es si el absoluto fiasco ocurrido en Murcia paraliza la mera especulación de arrostrar riesgos mayores en esta aventura mesetaria o, por el contrario, sería esta la única victoria y el solo botín con que calmar las voces levantiscas que surgen entre los suyos. Además, se cobraría la pieza de un rival que le disputó el liderazgo del partido. Así que Igea y los que le apoyan seguramente no van a sentirse tranquilos por completo hasta que todo haya pasado, pues también temerían un renuncio de la facción oficialista a última hora.
Mientras, el incurrir en lo paradójico se ha convertido en una práctica generalizada: Mañueco en Castilla y León emplea el argumento contrario que Ayuso para no convocar elecciones, defendiendo que lo responsable es mantener el pacto vigente entre Ciudadanos y PP; el PSOE, que hace unos días aseguraba estar fraguando una moción de censura serena y 'para ganar', precipita su decisión y la presenta en el mismo día que lo hacía en Madrid; e impide, así, que Mañueco adelante elecciones, lo que bien podría haberle beneficiado estratégicamente, ya que se disputaría con el PP los votos resultantes de la desintegración de ciudadanos en la Comunidad.
Paradojas y contrasentidos. Maquievalismos. Jugadas de ajedrez. Y una mayoría de potenciales votantes que, de seguir las cosas por este camino, no saben cómo interpretar lo que pasa o -menos- qué van a votar.
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