Urgente La jueza decreta el ingreso en prisión del jefe de Estupefacientes de Valladolid
Interior de la iglesia de las Esclavas, en la plaza del Salvador de Valladolid. Alberto Mingueza

Huidas

Algo que decir ·

«Me cuesta imaginar a curas y monjas voceando consignas con un megáfono y acampados en Fuente Dorada mientras cantan al unísono aquello de «no nos moverán...»

Gracias a mis colegas de la Redacción me enteré ayer mismo de que algunas órdenes religiosas nos han abandonado para asentarse en otros lugares, y ... de no haber sido por ellos me habría pasado inadvertida esta sangría eclesiástica. Saber que los capuchinos, las esclavas y otras confesiones han salido de Pucela no me parece un tema preocupante porque lo que ofrecen sus miembros sigue estando asegurado aunque ellos no estén presentes: al fin y al cabo, Dios está en todas partes y el que busca consuelo espiritual puede encontrarlo sin abandonar la ciudad. No obstante, me pregunto qué razones mueven a una comunidad de estas características a recoger los bártulos y marcharse a otro sitio, dado que ni cotizan en bolsa, ni negocian convenios ni sus plantillas están infladas. En fin: son huidas tan misteriosas como algunos de los dogmas que predican. Lo que distingue a estos 'cierres' conventuales de los que provoca el mundo empresarial es que unos pasan desapercibidos y otros llenan las calles de protestas, como sucedió cuando Lauki, La Casera o Enertec se largaron de aquí.

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En estos últimos casos los afectados se manifestaron durante semanas o meses, mientras que los de la sotana siguen teniendo trabajo aunque cambien de población. En todo caso, me cuesta imaginar a curas y monjas voceando consignas con un megáfono y acampados en Fuente Dorada mientras cantan al unísono aquello de «no nos moverán...».

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