El euro, bajo mínimos

La acentuada debilidad del euro, en su nivel más bajo frente al dólar en veinte años, es a la vez un reflejo de la delicada situación de la economía de la UE y un factor que contribuye a agudizarla y la acerca a la temida recesión, cuyo fantasma penalizó ayer las bolsas y el precio del petróleo. Los beneficios del actual tipo de cambio para las exportaciones palidecen ante el encarecimiento adicional derivado de unas importaciones energéticas que se negocian en dólares y cuyo disparado coste ha engrosado una inflación fuera de control, frenado el consumo y ralentizado la actividad.

La mayor pujanza de la economía norteamericana y la agresiva política monetaria de la Reserva Federal al elevar el precio del dinero hasta el 1,75% han reforzado el atractivo de su divisa. Los indeseables efectos de la aguda caída del euro constituyen otro foco de presión al BCE para elevar los tipos de interés. Una medida que, aunque inevitable, supone un nuevo factor de riesgo para el crecimiento y compromete seriamente a los países más endeudados, como España, mientras el Gobierno, por boca de Nadia Calviño, empieza a dibujar un escenario más pesimista y, por desgracia, también más realista.