Espinas y verdugos
La espina de un besugo puede ser tu verdugo; y a Sánchez no le van a faltar espinas en el gaznate
Dice mi amigo Javi, de La Granja –de La Pradera, para concretar el lugar exacto del paraíso–, que su padre Bienvenido aseguraba que la espina ... de un besugo puede ser tu verdugo; se te clava en la garganta y sales con los pies por delante. El caso es tan común que la frase suscitó entre los tertulianos habituales de los atardeceres de barra en el paraíso, el relato de muchas situaciones de ahogamiento, con remedio o sin él.
Atragantados, precisamente, estábamos los españolitos con tantas elecciones; y con el final del itinerario en las urnas, la espina que bloqueaba el paso a un nuevo gobierno ha bajado, pero han entrado otras que han ocupado su lugar. Nuestros gaznates no dan crédito ante tan concurrida audiencia. Como el del presidente Sánchez, que ahora es populoso y populista.
Al contrario que en la extraordinaria y dramática berlangada de 'El verdugo', aquí hay muchos aspirantes al oficio; en la película al yerno de Isbert le hubiera gustado tener tanta competencia para el puesto de trabajo. Verdugos que levanten la mano –y el hacha– a Sánchez le van a sobrar cuando concluya este tiempo de cervantino retablo de las maravillas en el que cada uno ve lo que le conviene ver.
Una de las espinas, la del independentismo catalán, a Sánchez ya le llamó verdugo en su investidura y pretende cambiarle el papel. Apretarán hasta que le sangre la garganta y no habrá clemencia. Salvo que Rufián convenza a los suyos de que limpien las espinas del besugo antes de dárselo a tragar a quien califican de verdugo.
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