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Pedro Sánchez, el rey Felipe VI, y Francina Armengol, posan para la foto de familia junto a los presidentes autonómicos, a su llegada a la XXVIII Conferencia de Presidentes celebrada ayer en Barcelona. Efe
Editorial

En vía muerta

Pedro Sánchez no puede alegar que la falta de resultados de ayer se debe a que Núñez Feijóo no le ayuda a dar sentido a la legislatura

El Norte

Valladolid

Sábado, 7 de junio 2025, 08:46

La Conferencia de Presidentes celebrada en Barcelona tuvo lugar ayer en medio de una altísima tensión entre los dos partidos –PP y PSOE– que se reparten el gobierno de las instituciones de nuestro Estado compuesto, con una sintonía rebajada a mínimos en las relaciones entre el Ejecutivo central y la mayoría de los autonómicos. La insistencia de los representantes territoriales populares en reclamar al presidente Pedro Sánchez una pronta disolución de las Cortes, y la convocatoria por parte de Alberto Núñez Feijóo de una concentración mañana en Madrid bajo el lema 'Democracia o mafia' no auguraban un encuentro más constructivo. Con Isabel Díaz Ayuso al frente de la revuelta, los líderes autonómicos del PP buscaron primero boicotear el encuentro si el orden del día no incluía sus prioridades. Una enmienda a la totalidad al plantear un sinfín de temas no exentos de controversia, a sabiendas de que hacía poco menos que ingobernable la reunión. Después, Ayuso avisó que se plantaría en el caso de que el lehendakari o el president Illa, como anfitrión en Barcelona, no usaran «el español». En esta creciente tensión, el presidente del Gobierno optó por mantener la cita, en un intento por recuperar peso institucional tras el escándalo de la 'fontanera' del PSOE. En ausencia del líder del PP, Ayuso aprovechó la Conferencia para abanderar el giro del partido hacia la beligerancia. Fuera, se olvidó de la cortesía institucional al evitar el saludo de la ministra de Sanidad. Dentro, cumplió sus amenazas. Se ausentó de la reunión con la excusa de que el lehendakari utilizaba el euskera, autorizado como lengua cooficial del Estado. Los desplantes de Ayuso obligan a Núñez Feijóo a desautorizarla si quiere corregir una forma poco edificante de concebir la política y que compromete, además, la posibilidad de recuperar lazos con el nacionalismo en busca de la centralidad perdida.

Mientras, el victimismo y el discurso autocomplaciente en lo económico de Pedro Sánchez no sirven para eludir las dificultades que encuentra el Gobierno a la hora de aportar algo de su propia cosecha. Sánchez no puede alegar que la falta de resultados de la Conferencia de Presidentes de ayer se debe a que Alberto Núñez Feijóo no le ayuda a dar sentido a la legislatura. Cuando ese es precisamente el motivo por el que en las democracias europeas se adelantan las elecciones.

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