Javier Milei completó su cuarta semana como presidente de Argentina con la inflación interanual por encima del 160%. Su triunfo en la segunda vuelta de las elecciones no le confiere un poder omnímodo, por más que su particular 'doctrina del shock' pudiera llevar a pensar que le basta plantear iniciativas para llevarlas a cabo. Su Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) será estudiado por el Tribunal Supremo el mes próximo. Y la drástica reforma laboral está suspendida provisionalmente por la justicia, aunque pueda apelar el amparo obtenido por los grandes sindicatos. Para el día 24, la CGT, que no encendía las calles desde la etapa final del conservador Macri, convoca huelga general. Y el poder peronista atrincherado en las provincias busca ambién dificultar el desarrollo del programa del dirigente populista. Los obstáculos a la agenda ultraliberal de Milei pasan además por la Cámara de Diputados, que ha de avalar sus leyes extraordinarias y donde cuenta con 37 diputados de 257. A falta del resultado de la reunión de hoy con el FMI, su augurio de que los argentinos verán resultados de su gestión «dentro de quince años» poco alentará a los más castigados por la crisis crónica.
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