El candidato demócrata Joe Biden está a punto de confirmarse vencedor de las presidenciales estadounidenses, mientras su adversario en la liza electoral, Donald Trump, no ... solo se resiste a reconocer su derrota sino que insiste en denunciar un «fraude» imaginario. El escrutinio ha resultado tan igualado, con una participación tan masiva, que el mandato de Biden deberá centrarse en el restablecimiento de la legitimidad democrática de las instituciones y en la recuperación de un sentimiento compartido de ciudadanía. Empeño para el que el Partido Demócrata tendrá que mantener movilizadas sus bases sociales, mientras desde la Casa Blanca el veterano Biden entreteje redes de complicidad con los sectores más moderados del Partido Republicano. El nuevo presidente no accederá a su cargo hasta el próximo 20 de enero, y Trump podría entorpecer el traspaso de poderes para continuar restando validez al veredicto oficial del 4 de noviembre. Ello cuando solo la desactivación del autoritarismo populista del actual inquilino de la Casa Blanca mediante el acotamiento político de sus reacciones permitirá que la nueva Administración se abra paso atendiendo con solvencia institucional a las decepciones de muchos 'demócratas' y a las aversiones que invaden el ánimo de infinidad de 'republicanos'. A la rabia 'republicana' se le une el desengaño 'demócrata' al no haber obtenido mayor ventaja sobre sus rivales. Por eso sería ingenuo y pretencioso recabar del Joe Biden presidente 'in pectore' una iniciativa inmediata o compromisos precisos que devuelvan al mundo y en concreto a Europa la referencia que la primera potencia fue durante los mandatos presidenciales anteriores. Por ahora basta con que Trump abandone la Casa Blanca. Antes y después del Día de la Inauguración de la Presidencia, Joe Biden se deberá prioritariamente a los estadounidenses. Su victoria resulta tan ajustada y el 'negacionismo trumpista' tan obstinada que deberán pasar meses antes de que se haga realidad el gobierno de los demócratas. Nadie en Washington está hoy en condiciones de dominar la escena. A Joe Biden se le presupone la moderación preparatoria para el juramento o promesa que le haga presidente dentro de dos meses. Urge que afloren voces en el Partido Republicano y en la opinión publicada que contrapesen la visceralidad de Trump, y advertencias institucionales que le insten a desempeñar sin tacha sus últimas semanas de presidencia.
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