Al diablo
El diablo ha montado un lío que, como casi todo ahora, ha terminado en los juzgados
Uno de los recuerdos de mis primeros años en la ahora entrañable EGB es que en el libro de sociales, o lo que fuera, estaba ... la leyenda del diablo y el Acueducto; ilustrada con un dibujo, era un relato corto en el que el demonio caía derrotado por una niña un poco perezosa, que quería atajos en su responsabilidad y a la que le traía al pairo lo de la cultura del esfuerzo. Leía y releía la historia porque supongo que era lo más parecido a las aventuras del gran Tom Sawyer que podía encontrarme en un libro del colegio.
La leyenda me sirvió para saber que existía Segovia y esa mole que es el 'Acue', como ya saben lo llama la chavalada. No podía prever que algún día terminaría aquí, absolutamente segovianizado. Y tampoco me podía imaginar que muchos años después desde mi EGB el diablo volviera para montar un lío que, como pasa ahora con casi todo, ha terminado en los juzgados. Deriva judicial que diría Sánchez.
Al tribunal le parece que esto de la escultura del diablillo cerca del Acueducto no ofende los sentimientos religiosos de los católicos, ni mucho menos impide la visión del monumento; es más, la estatua da un espaldarazo a la leyenda, que está «enraizada en el colectivo imaginario segoviano». Que igual que la leyenda me ayudó a mí a conocer la ciudad, también lo hará con los miles de turistas. Nos hace visibles y además actuales gracias al móvil «para efectuar una autofoto», como en acertado y paciente castellano asegura su señoría, para no mandar a alguno al diablo.
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