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Emmanuel Macron, Nicolas Sarkozy y Valery Giscard d'Estaing. AFP
Una derecha moderna

Una derecha moderna

A la última ·

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Viernes, 4 de diciembre 2020, 00:13

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En 1974, España estaba muy lejos de Francia. Un presidente conservador como Giscard ya había planteado en su campaña la interrupción voluntaria del embarazo. También había ganado a Mitterrand hasta en la retórica cuando le dijo que no tenía el monopolio del corazón. Simone Veil, a la que nombró ministra de Salud para sacar adelante la ley del aborto, cuenta en sus memorias ('Una vida') que era un tipo con una impresionante agilidad mental y capacidad de trabajo. Y que, en las reuniones de gabinete, si uno «se trababa al hablar o se perdía en sus notas, no era raro ver al presidente fruncir el ceño». ¡La excelencia!

Michel Poniatowski, ministro del Interior (y de Salud con Pompidou) era la persona más cercana a Giscard, su único confidente. Y había podido ver la gravedad del problema del aborto clandestino. Giscard solía decir a su entorno: «No podemos tolerar que haya autobuses y trenes que vayan al extranjero sólo para que las mujeres puedan abortar». Había hasta publicidad de los viajes en las farmacias, igual que en los hoteles de Cracovia hay anuncios para ir de excursión a Auschwitz.

Cuenta Simone Veil que Giscard estaba empeñado en la ley, mientras que Chirac sostenía que había problemas más importantes. «Las mujeres siempre se las arreglaron y seguirán haciéndolo», decía el primer ministro. Pero era muy fiel a Giscard. Veil recordaba que para la elaboración del texto trabajó más con el Elíseo que con Matignon. Y que se trató el asunto como un problema de salud, no de feminismo y derechos de las mujeres. Costó (284 votos contra 189 y que a Veil le pintaran esvásticas en su casa), pero salió adelante gracias a una derecha moderna y reformista. Qué cosas había entonces.

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