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Hay una pregunta que siempre nos hacemos al escuchar mamarrachadas de los políticos. ¿Se creerán lo que están diciendo? Una nunca sabe qué es peor, que se lo crean o que no. No sé qué series ven juntos Pablo Iglesias e Irene Montero. Si tienen los diálogos de Pablo y Tania sobre 'House of cards'. Sobre si era creíble que el protagonista se encargara en persona de asesinar a sus enemigos. Pablo creía que no y Tania que sí. Lo que sí tiene claro la ministra de Igualdad (igual que su Pablo) es que al enemigo, ni agua. Como Bilardo. Después de asegurar que hubo «mogollón de peña» en la manifestación del 8-M, llega esto: «¿A qué crees que se debe la bajada de cifras?». «Pues, tía, creo que al coronavirus. O sea, no lo voy a decir porque no lo voy a decir». Al enemigo ni agua. Jo, tía, Nube, que diría Carolina de 'Confianza ciega'.

El bruto publicado por ABC de una entrevista en ETB el 9 de marzo es demoledor, pero sólo confirma lo que era evidente del percal. Ya estábamos estupefactos por que fuera ministra (o portavoz parlamentaria). Pobre chica, hasta me da pena. Podría ser el mago de Oz tras la cortina verde, pero ha ido sin cortina desde que la conocimos, lo que tiene más mérito. Aguantando sin pudor. Cristina Narbona dice a Manolo Buitrago en 'La Verdad' que «el empeño de criminalizar la manifestación del 8-M no tiene el menor recorrido judicial a la vista de la opinión de numerosos expertos sobre su incidencia marginal en el contagio del virus». En todo caso, lo que pudiera creer Irene Montero el 9 de marzo tiene el mismo valor que lo que pueda creer yo.

Leo que los Beckham quieren construir un túnel de escape en su casa de los Cotswold por si son atacados. Pobre gente.

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