Otro dato llamativo es el perfil del cuidador: el 100% de las personas que dejan su trabajo en la región son mujeres, y la mayoría, mayores de 45 años. No en vano, son las que más dificultades encuentran en su acceso al empleo y las primeras que deciden renunciar al mismo cuando la situación familiar lo requiere.
Tales circunstancias nos invitan a repensar el modelo social y empresarial que queremos construir. En primer lugar, la ciudadanía reclama más y mejores medidas de conciliación y tenemos la responsabilidad de escucharla. Los empleadores no somos la máxima autoridad en la vida de los trabajadores, sino compañeros de confianza que han de facilitar las condiciones para que tengan una vida plena. Entender y acompañar a todos los empleados, y particularmente a aquellos que, por ejemplo, tienen hijos con discapacidad, no solo es un tema de justicia social, sino un reflejo de madurez empresarial que impacta directamente en la productividad, en la medida en que favorece la retención del talento, la mejora del clima laboral o el orgullo de pertenencia.
Por otra parte, la discriminación laboral de las mujeres mayores resulta verdaderamente arcaica, teniendo en cuenta, además, que Castilla y León es una de las regiones más envejecidas de España, con un índice de longevidad del 193%: se contabilizan 193 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. En este sentido, recalcar que los sénior no son profesionales obsoletos ni caducos, sino que están en el ecuador de su vida profesional, en la mayor parte de los casos. Pueden necesitar acompañamiento y reciclaje, por supuesto, pero resulta innegable que tienen grandes valores que aportar como la experiencia, la madurez o la fidelidad.
En definitiva, tanto Castilla y León como el resto de España afrontan hoy grandes retos y uno de ellos es la consolidación de un modelo sostenible que permita equilibrar el desarrollo profesional con la atención a las necesidades de las familias. Del mismo modo, se antoja imprescindible poner en valor el talento sénior, desterrando el concepto desfasado del profesional en declive, en pro de una visión renovada y acorde con los nuevos tiempos, en los que los mayores de 45 años van a ser la fuerza laboral dominante.
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