Cócteles agitados
La Canaleja ·
Los hosteleros están llenos de dudas, entre claudicar o levantar barricadas con cajas de botellinesDudan los hosteleros si tirarse al tren o matar al maquinista; entre rendirse o tomar la calle del medio; si escupirse entre ellos y ... contagiarse o lanzar los salivazos a los políticos. Es un ser o no ser, entre claudicar o levantar barricadas con cajas de botellines y elaborar cócteles para arrojarlos bien agitados, aunque le disguste a Bond.
Templos de alegría o diván de solitarios, los bares ahora son lugares con pocos decibelios humanos –hablar alto, al parecer, facilita que circule el virus– o de fúnebres conversaciones con los camareros, sobre la ruina que es esta mutilación de las relaciones sociales que apareja el cierre de la hostelería. Sepelios de tercera, lejos de aquello de qué bonito es un entierro, con sus caballitos blancos y sus caballitos negros, que decía mi abuela.
Desde mañana todos con la verja bajada, cursi expresión para llamar el cerrojazo de sitios cuya naturaleza canalla han cercenado tanto como el tono de voz de sus parroquianos, la ordinariez de sus chistes, los insultos al árbitro o los debates a voces y plagados de argumentos incorrectos en esta sociedad bobalicona.
Pero no desesperen, amigos de un lado y de otro de la barra, que dice el presidente del Gobierno que hará una gira para explicarnos el plan de reconstrucción, cuando aún no ha acabado el desastre. Vendrá con cantimplora y termo para ahorrarles el trago de tener que recibirlo en su bar. Todo un detalle.
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