Chichón
Algo que decir ·
«Confieso haber privado más de lo que podía asimilar pero niego tres cosas: haberlo hecho en la calle, mamarme todos los fines de semana, y enfrentarme a la Policía»En España llevamos años intentando combatir los botellones sin que nadie haya dado con la tecla capaz de aminorar esta otra pandemia que causa estragos ... entre los más jóvenes. Que la chavalería toma alcohol a tontas y a locas ha dejado de sorprendernos, pero que la única 'solución' sea tirar de porra o multar a los infractores no está dando resultado. Sería un fariseo de tomo y lomo si jurara por mis muertos que jamás en la vida me he cogido una castaña del quince largo y que en alguna ocasión me han tenido que guiar hasta el portal. Confieso haber privado más de lo que podía asimilar pero niego tres cosas: haberlo hecho en la calle, mamarme todos los fines de semana, y enfrentarme a la Policía. Por eso estoy sorprendido viendo en la tele esas borracheras multitudinarias que se producen en playas y descampados, en parques y jardines, en las orillas del río o en las cercanías de cualquier monumento. Y más estupefacto aún contemplando cómo se enfrentan cara a cara o a pedradas con los guardias de la porra, que suelen tener bastante mala leche.
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No sé si faltan leyes estatales, regionales o municipales, pero el espectáculo no puede ser más pernicioso para los del botellón y bochornoso para el resto de ciudadanos, porque una cosa es ponerse piripi un día y otra bien distinta salir a mamarse como piojos sin más recompensa que mearse los pantalones o volver a casa con un chichón y una multa.
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