La importancia de respetar a los enfermos mentales
«La integración de lo distinto, lo incomprendido, de la locura y de los locos que el modelo comunitario ha logrado en el último medio siglo ha sido la base de un cambio histórico»
Afortunadamente, la actitud social hacia los trastornos y los enfermos mentales ha cambiado mucho en las últimas décadas. En España y en el mundo que ... llamamos civilizado u occidental. La evolución en este sentido desde que se implantó el modelo comunitario de asistencia psiquiátrica (en nuestro país a finales de la década de los 80) ha sido muy importante.
El modelo comunitario, con centros de salud mental para una atención ambulatoria multidisciplinar (psiquiátrica, psicológica y social), programas de intervención a domicilio, programas de coordinación con Atención Primaria y centros escolares, centros y hospitales de día, unidades de hospitalización psiquiátrica en los hospitales generales, etc., ha ido tejiendo con el paso de los años una red de atención en salud mental que ha sustituido de manera eficaz, eficiente e integradora a la anterior red de hospitales psiquiátricos (o manicomios).
Desde el siglo XV los hospitales psiquiátricos supusieron un gran avance para atender a los enfermos mentales, al recogerles de las calles y caminos, darles cobijo, alimentación, protección y, con el desarrollo científico de finales del siglo XIX, tratarles médicamente. Pero también separaban, marginaban de la sociedad y alienaban. La integración de lo distinto, lo incomprendido, de la locura y de los locos, que el modelo comunitario ha logrado en el último medio siglo ha sido la base de un cambio histórico en la mentalidad y el respeto social hacia la enfermedad y los enfermos mentales.
Los amigos de Don Quijote, el bachiller Sansón Carrasco, el cura y maese Nicolás, el barbero, en ningún momento se plantean en la novela de Cervantes encerrar al hidalgo manchego trastornado en un manicomio o casa de locos (como ocurre en el 'Quijote' apócrifo de Avellaneda, en que el personaje es llevado al hospital o Casa del Nuncio en Toledo). Lo que hacen es ingeniar el ardid de que el bachiller Carrasco se disfrace de caballero andante para vencerle en combate y ordenarle que vuelva a casa. Una vez allí, comiendo y durmiendo bien, descansando, haciendo una vida tranquila y no volviendo a leer ningún libro de caballerías, creen que quizá podría recuperarse de su trastorno.
El planteamiento de sus amigos demuestra cariño y respeto por una 'persona' a la que le ha entrado una enfermedad mental. Sin embargo, a lo largo de toda la novela cervantina el respeto hacia el loco caballero Don Quijote brilla por su ausencia. De hecho, ocurre todo lo contrario, porque las burlas hacia el personaje enfermo son constantes. Y algunas de muy grueso calibre, toscas, violentas, muy irrespetuosas.
El 'Quijote' es un libro lleno de burlas. La intención declarada de Cervantes fue hacer una novela paródica. El principio de comicidad es sagrado para el escritor, porque hacer reír a los lectores es garantía de éxito de público. Con este planteamiento literario somete a Don Quijote a infinidad de burlas por parte de muchos personajes, que no dudan en reírse de su desgracia. Burlarse de un loco era normal en la época, formaba parte del humor popular que había en la España de comienzos del siglo XVII. Una actitud social que se mantuvo hasta el siglo XX y que por fortuna hoy día ya no se acepta.
La mentalidad de Cervantes es muy compleja. Tras la crudeza de las burlas llega el bálsamo de la ironía. Todas las burlas hacia Don Quijote y su locura se compensan mediante el sentido del humor irónico y las lúcidas palabras y reflexiones que hace el hidalgo manchego. De este modo salva siempre su dignidad. Algo que humaniza, que eleva al personaje a pesar de su comportamiento ridículo y de sus derrotas. Y en la medida en que los lectores nos identificamos con el noble idealismo de un caballero tan loco, nos humaniza y eleva también a nosotros.
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