¿Afecta el cambio climático al patrimonio cultural?
Tribuna ·
Si los paisajes culturales y naturales son nuestro patrimonio directamente en riesgo, no es menos cierto que los bienes inmuebles y muebles también lo estánGumersindo Bueno. Director de patrimonio Cultural de la Junta de castilla y León
Domingo, 8 de diciembre 2019, 08:29
En estos días se celebra en Madrid la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2019 (COP25) y la atención pública se centrará ... en los grandes desafíos globales que se derivan de las alteraciones del clima y en las diferentes posiciones activas, cautelosas o desdeñosas de las delegaciones de los Estados participantes. Y bien, se preguntarán: ¿afecta el cambio climático al patrimonio cultural? La respuesta es tajante y afirmativa: sí afecta. A pesar de esto y aunque en paralelo a la COP25 hay algunas reuniones en las que se habla sobre el patrimonio ante el cambio climático, pasará desapercibido para la mayoría de las personas el riesgo potencial que supone para nuestro patrimonio.
Aun así, podríamos preguntarnos si el cambio climático afecta realmente a nuestros monumentos, o cómo puede estar afectada la solidez de una catedral por que suba la temperatura media del planeta. Y podemos asegurar ya que sí.
Después de varios años en los que se viene estudiando esa posibilidad, los científicos responsables de las distintas líneas de investigación confirman el riesgo para nuestro patrimonio. Pero el patrimonio supera el concepto de edificio o monumento por lo que, para afrontar el análisis del problema, deberíamos distinguir entre el patrimonio inmueble, el patrimonio mueble y los paisajes culturales.
Tomemos en consideración, en primer lugar, los paisajes culturales. Estos territorios modelados por la acción del hombre y la naturaleza y que son producto del trabajo de generaciones y generaciones. La afección a los paisajes culturales y naturales es la consecuencia más evidente del cambio climático, pues son entornos frágiles que responden a un equilibrio entre el medio, el clima y la actividad humana. Las sequías, las inundaciones, el aumento de las temperaturas y el abandono de sus habitantes tendrán un impacto evidente sobre los paisajes culturales más relevantes. Pensemos, por ejemplo, en los paisajes declarados Patrimonio de la Humanidad, como puede ser el Alto Douro Vinhateiro en Portugal. ¿Los aumentos de temperatura harán factible el cultivo de la vid en ese territorio?, ¿conservará la esencia diferenciadoras si los viñedos desaparecen? Es claro que no. Hoy no somos capaces de asegurar, con certeza, cuánto aumentará la media de temperaturas anuales en esos territorios. Pero la perspectiva no es halagüeña.
Si los paisajes culturales y naturales son nuestro patrimonio directamente en riesgo, no es menos cierto que los bienes inmuebles y muebles también están en riesgo. Por ejemplo la exposición a fenómenos meteorológicos más intensos como son las tormentas, huracanes o sequías hará el mantenimiento más complejo. Incluso los monumentos más sólidos se verán afectados por el cambio climático. Y es que mucho del patrimonio más relevante se sitúa en zonas de costa que, de cumplirse los escenarios de subida del nivel del mar, pueden verse inundadas. También el aumento de fenómenos climáticos extremos supondrá un mayor impacto de inundaciones, sequías, huracanes, etcétera, que inciden directamente sobre el patrimonio edificado. El incremento de los incendios a consecuencia de la sequía pondrá en riesgo también a los bienes patrimoniales.
Todo esto incide negativamente en los procesos naturales de degradación de los materiales constructivos, ya que los procesos biológicos pueden ser alterados por los cambios de temperatura y humedad y, en este sentido, es previsible la aparición de especies alóctonas que pueden atacar con furia al patrimonio mueble e inmueble.
Ante estos escenarios, debemos tomar la iniciativa y prepararnos para mejorar la capacidad del patrimonio de resistir a los efectos del cambio climático. La Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León trabaja activamente para gestionar los riesgos que afectan al patrimonio. Un ejemplo es la participación en el proyecto Proculther –Protecting Cultural Heritage from the Consequences of Disasters–, en el que se articulan los protocolos de prevención y de emergencia con los sistemas de protección civil existentes.
Es tiempo de actuar y de anticiparse para proteger el patrimonio cultural común ante los desafíos futuros, incrementando la capacidad de resiliencia. Es decir, la capacidad para recuperar la situación original tras el impacto de un evento dañino. La documentación digital de los bienes, la adaptación de los planes de mantenimiento, la implantación de modelos de conservación preventiva, la creación de protocolos de prevención, gestión de riesgos, gestión de emergencias y planes de recuperación serán las tareas clave para los próximos años de todos los que gestionan el patrimonio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión