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Mariano Rajoy, tras perder la moción de censura. EP
Editorial: La venganza presupuestaria

Editorial: La venganza presupuestaria

El PP está obligado a asumir su derrota, dejarse de intereses partidistas y no poner trabas en el Senado a las cuentas públicas

Lunes, 4 de junio 2018, 08:44

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El Gobierno de Rajoy, por un lado, y el PP, por otro, se comprometieron –tras conocerse ya que Pedro Sánchez alcanzaría la Presidencia– a que los Presupuestos que tanto trabajo les costó sacar adelante no peligraban. Por eso las palabras de ayer de Andrea Levy, vicesecretaria de estudios y programas del PP, asegurando que su partido no descarta introducir las enmiendas «que considere oportunas» en el Senado no dejan de sonar a rabieta, a amenaza, por la derrota en la moción de censura. Bien es cierto, por otra parte, que la baza de los Presupuestos también la jugó Pedro Sánchez para asegurarse los cinco votos del PNV, necesarios para alcanzar la mayoría con la que desalojar a Rajoy de la Moncloa. Las cuentas atienden las exigencias de los grupos parlamentarios que las respaldaron (el PNV introdujo enmiendas por unos 540 millones de euros, y tanto Coalición Canaria como Nueva Canarias arrancaron también significativas concesiones) y Sánchez pretendía, qué duda cabe, mantener esos apoyos. Pero, aunque el PSOE presentó en su día una enmienda a la totalidad de los PGE, su aceptación no deja de ser una medida de realismo, dado que no tendría sentido comenzar en junio unos nuevos presupuestos; lo lógico es empezar a preparar las cuentas públicas de 2019. Si el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta, enmienda los Presupuestos, el proyecto de ley deberá regresar al Congreso, donde será debatido y se decidirá si se aceptan o no las enmiendas de la Cámara alta. Sánchez debería, en ese caso, buscar los apoyos necesarios para su aprobación, si es que ello es posible, ya que previsiblemente algunas formaciones que apoyaron la moción de censura no estarán dispuestas a aprobar unas cuentas que, no ocultan, les desagradan profundamente. En este supuesto, si no se pudieran colmar las expectativas del PNV y de otras minorías, no serían Sánchez y el PSOE los responsables de que los Presupuestos no salieran adelante, sino el PP, que estaba dispuesto a pagar un precio por su continuidad en el poder, pero parece retractarse de sus propios actos cuando el Gobierno ya no está en juego. Asumir la realidad es una virtud democrática que, por las palabras de Levy, no parece que exhiba el PP en esta ocasión. Por encima de intereses partidistas está el interés general, la subida de las pensiones, por poner un ejemplo, por lo que el PP tendría que cuidarse de revanchas tras verse descabalgado democráticamente del poder.

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