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AL TORO POR LOS CUERNOS

Diego Carcedo

Madrid

Viernes, 27 de octubre 2017, 22:23

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La actitud suicida del soberanismo catalán declarando ayer la secesión y proclamando la República, ha tenido una respuesta rápida, valiente y clara del bloque de partidos constitucionalistas que han salido unidos en defensa de la legalidad constitucional, la autonomía aplastada desde la propia Generalitat y la democracia de todos. Aunque resulte una expresión un poco callejera, bien puede decirse que el Gobierno ha cogido al toro por los cuernos. Anoche, después de una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros, el presidente ha anunciado una serie de decisiones muy precisas que en su planteamiento demuestran la intención global de afrontar el problema y al mismo tiempo garantizar soluciones a aplicar con la mayor urgencia.

La principal sorpresa del mensaje que Mariano Rajoy dirigió a los españoles en medio de la tristeza general con que la sociedad había acogido al mediodía la afrenta de los independentistas, con presidentes del Govern y el Parlament, Puigdemont y Forcadella, al frente, fue el anuncio de que para salir lo más rápido posible de la situación creada por la aplicación del Artículo 155 – cuyas medidas más importantes desgranó – hoy mismo queda disuelto el Parlament y se convocan elecciones autonómicas el 21 de diciembre para que legalmente todos los catalanes puedan expresarse. Más rapidez en darles la palabra a los ciudadanos, imposible.

Los argumentos que justifican la intervención temporal de la Autonomía y la destitución de todos los dirigentes que en su beneficio violaron la Constitución y las leyes, empezando por los miembros del Govern, son abundantes, claros y contundentes. Sólo los fanáticos sectarios del secesionismo discreparán volviendo al mantra de sus mentiras, manipulación legislativa e intoxicación popular, podrán seguir enfatizando su sinrazón y falta de escrúpulos democráticos. No se suspende la autonomía, antes al contrario, se toman medidas en su defensa, ni se limitan las libertades políticas ni se amenaza a nadie que dentro de la Ley defienda sus ideas, todas legítimas.

Habrá que ver ahora la actitud que adoptan los secesionistas más exaltados y los dirigentes cuyos errores y ambiciones quizás les coloquen frente a la Justicia. Aunque son bastantes, están solos y cuanta más resistencia ofrezcan a volver a la normalidad del Estado de derecho será peor para ellos y para la sociedad catalana que también acabará pasándoles facturas. La aventura que han emprendido ha causado mucho mal a la convivencia, a la imagen del pueblo catalán y a la economía y el empleo.

Desde el Estado de derecho, cuya defensa ha unido circunstancialmente a los partidos que comparten los principios constitucionales, ha quedado patente que en política farsas y trampas de esta naturaleza no caben. La Constitución y el Estatuto de Autonomía, respaldados por la mayoría de los ciudadanos de Cataluña, mantienen su vigencia, no son papel mojado para que cualquiera pueda desafiar sus principios e imponer a los demás sus propios deseos y ambiciones.

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