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EFE

Los partidos asumen que la repetición de elecciones es una posibilidad real

En el PSOE dan por seguro que Sánchez no va a ceder y en Unidas Podemos dicen lo mismo respecto a Iglesias

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Domingo, 30 de junio 2019

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Pedro Sánchez ha estudiado tres fechas para la investidura, 9, 16 y 23 de julio. No son días escogidos al azar, los tres caen en martes y permiten que si hay que convocar nuevas elecciones estas se celebren un domingo de octubre, el 27, o de noviembre, el 3 y el 10. El líder del PSOE trata así de hacer ver que la repetición de las votaciones no es un farol. Los partidos así lo creyeron las primeras veces que se mencionó esta salida, pero ya han asumido que es una posibilidad real.

El candidato socialista comunicará este martes a la presidenta del Congreso qué día ha elegido y después convocará en la Moncloa a los líderes del PP, Ciudadanos y Unidas Podemos en un último intento de conseguir que apoyen o no se opongan a su reelección. Apelará, según ha dicho él mismo, al conocido argumento de que no hay alternativa a su candidatura y que todo lo que no sea facilitarla es bloquear la legislatura hasta la repetición de las elecciones. Es decir, una parálisis de, al menos, cuatro meses. Sánchez confía, según dijo en Osaka tras la cumbre del G-20, en que una vez que esté sobre la mesa la fecha que ponga en marcha el reloj constitucional actuará como revulsivo y las posiciones pasarán del principismo al pragmatismo.

Está por ver porque hasta el momento sus llamamientos no han hecho mella en Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. El líder del PP ha escuchado comentarios favorables a la abstención en sus filas. Su economista de cabecera, Daniel Lacalle, el exministro Rafael Catalá, la candidata a presidenta de la Comunidad de Madrid y la expresidenta de ese Gobierno, Isabel Díaz Ayuso y Esperanza Aguirre, y líderes territoriales, como el canario Asier Antona y el guipuzcoano Borja Sémper, se lo han aconsejado. Pero Casado se ha cerrado en banda. Mayores presiones ha recibido Rivera desde dentro, que han motivado la mayor crisis del partido en su breve historia, y desde fuera; incluso del Ibex-35, su sostén financiero y empresarial, según las tesis de muchos de sus adversarios. Tampoco ha cedido.

El pulso entre Sánchez e Iglesias sigue invariable. La disputa, igual que en febrero y marzo de 2016, no es programática, es de poder. Unidas Podemos quiere entrar en el Consejo de Ministros, y el presidente en funciones se niega. Se han barajado otras alternativas, como cargos intermedios en la administración, ministerios mixtos encabezados por un socialista y un podemista de número dos, hasta la designación de ministros independientes avalados por el partido morado. Pero no ha habido acuerdo. O ministros o nada, insiste Iglesias, y una y otra vez se topa con la negativa de Sánchez. En el PSOE aseguran que su líder no va a cambiar de postura. Lo mismo dicen en Unidas Podemos respecto al suyo. «Nadie dice que se va a rendir antes de la batalla», avisa un dirigente socialista experimentado en estas lides.

La tercera ronda

No son pocos los que en el PSOE, y también en el PP, defienden que habrá nuevas elecciones y creen que a ellos no les irá mal, aunque sea un desastre político para el país. Se remiten a las encuestas publicadas que auguran un retroceso de Unidas Podemos, y también de Vox y Ciudadanos. Estos sondeos prevén que socialistas y populares mejorarían su presencia parlamentaria porque recogerían votos de su izquierda y su derecha.

Con este incierto panorama por delante, Sánchez va a citar a los líderes de los tres partidos, aunque no sería de extrañas algún plantón, como el de Rivera el pasado 11 de junio. Sería la tercera ronda desde las elecciones del 28 de abril, todas infructuosas. Tampoco parece que en esta ocasión vayan a cambiar las tornas a pesar de la inestabilidad de la situación.

Nada hace pensar que se vayan a flexibilizar las posturas, y en todos los partidos empiezan a mirar el calendario de octubre y noviembre. La Constitución establece que fracasada la primera votación, se exige mayoría absoluta, hay dos meses para intentar de nuevo la investidura. Si transcurrido ese plazo no hay un nuevo debate -que es lo más probable porque Sánchez ha dicho que no habrá segunda vuelta- se convocarán elecciones 47 días después, una excepción a los 54 que marca la ley electoral para acortar los plazos.

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