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Los ciudadanos llenaron las calles de Barcelona.

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Los ciudadanos llenaron las calles de Barcelona. EFE

El independentismo saca a la calle a medio millón de personas contra la sentencia

Huelga general en Cataluña ·

La gran marcha y la llegada de las columnas colapsan Barcelona pero no logran batir los récords de movilización secesionista

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Viernes, 18 de octubre 2019, 00:49

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El independentismo catalán quería convertir este viernes en un símbolo, en una suerte de nueva Diada contra la sentencia del Tribunal Supremo sobre el 'procés'. Una fecha que marcase un antes y un después, que sirviera para demostrar que el secesionismo no ha perdido músculo tras dos años del 1-O y, sobre todo que dieran el pistoletazo de salida de un otoño de movilizaciones que ni siquiera el independentismo sabe todavía cuales serán. Lo que consiguió, desde luego, fueron nuevas imágenes grandilocuentes. La de una Barcelona totalmente colapsada durante todo el día con 525.000 personas, según los cálculos de la Guardia Urbana (750.000, según los organizadores), blandiendo esteladas y reclamando la «libertad de los presos políticos».

Unas imágenes, que sin embargo, no fueron comparables a las mayores movilizaciones secesionistas de los últimos años y eso a pesar de que todos los colectivos independentistas habían puesto toda la carne en el asador sabedores que estos días la comunidad internacional mira a lo que ocurre en Cataluña.

Ese poco más de medio millón de personas que debían encarnar el acto más multitudinario de protesta a la sentencia, se quedaron muy lejos de las cifras récord de movilización independentista como cuando el secesionismo sacó a la calle a 1,8 millones de personas en la Diada de 2014, siempre de acuerdo a los cálculos del Ayuntamiento de Ada Colau. La manifestación de ayer, ni siquiera llegó a los 600.000 asistentes de la Diada del pasado 11 de septiembre.

Fuese como fuera la guinda a la huelga general convocada por el sindicato independentista Intersindical-CSC y la IAC fue esa gran manifestación que hizo que el Paseo de Gràcia, los Jardinets de Gràcia y la Gran Vía barcelonesas se quedaran pequeñas. La manifestación en realidad no fue tal, porque jamás llegó a avanzar. Fue una concentración enorme –de casi un kilómetro de longitud- en el centro de la ciudad que comenzó mucho antes de que a las 17 horas empezara oficialmente la manifestación. Pero aún así, hubo claros en todo el recorrido. Cifras discretas a pesar de que la manifestación sindical coincidió en el tiempo con otras dos importantes protestas que, sin duda, ayudaron.

Ciudad colapsada

La manifestación más numerosa del secesionismo desde que se conoció el fallo del Supremo estuvo cebada, sobre todo, por las decenas de miles de personas que participaron, al menos en su tramo final, en las denominadas marchas por la libertad, las cinco columnas (fundidas en tres en los últimas horas) que el martes salieron de Gerona, Vic, Berga, Tàrrega y Tarragona y que, tras recorrer cien kilómetros, se unieron en los Jardinets de Gràcia, de donde partía la manifestación. La llegada de las columnas, alguna de las cuales se extendía por más de medio kilómetro según se apreció en las imágenes aéreas, colapsó por completo los accesos a la ciudad, que durante horas estuvo aislada por tierra. También se incorporaron a la manifestación los miles de estudiantes que durante la mañana recorrieron el centro de la ciudad en esta jornada de huelga que vació los campus.

La manifestación discurrió tras el lema «por los derechos y las libertades» y tras la pancarta inicial solo había líderes sindicales, pero los dos grandes colectivos civiles independentistas que son el motor del procés desde hace años, ANC y Òmniun Cultural, pusieron todos sus medios a disposición para que la protesta fuera multitudinaria.

Como era de esperar, desde el escenario no hubo reclamaciones laborales ni sindicales. Elisenda Paluzie, la líder la ANC y que ha tomado el mando del colectivo tras el encarcelamiento de Jordi Sànchez, fue exigente con los partidos políticos secesionistas a los que reclamó que esto no sea una maniobra de dilatación de los tiempos». «Si el diálogo no llega, preparaos para sostener una declaración unilateral de independencia, la gente estaremos ahí para defenderla pacíficamente», arengó a las masas.

También el vicepresidente de Ómnium tomó la palabra para leer una carta del presidente del colectivo, Jordi Cuixart. «El derecho a protesta se gana protestando, y el derecho a voto se gana votando», clamó Marcel Mauri poniendo voz a la misiva del preso. «Lo hemos vuelto hacer. Hoy hemos parado el país y lo volveremos a hacer hasta ganar la libertad», advirtió Cuixart por vía interpuesta.

Desde Interior creen que el cálculo de la Consejería de Interior podría sobrevalorar un poco la capacidad de convocatoria del soberanismo, pero son ya conscientes de que se enfrentan a una crisis de seguridad que, más allá de lo que pase este fin de semana, podría durar semanas. Quizás meses.

Antisistemas europeos

A corto plazo, preocupa, y mucho, lo que pueda ocurrir al acabar la manifestación central de la jornada en los Jardinets de Gràcia de Barcelona. Los servicios de información tienen constancia de los llamamientos de independentistas radicales catalanes a grupos violentos de antisistemas europeos para reforzar los incidentes mañana y pasado. En los altercados de esta semana ya han sido detectados radicales franceses e italianos, pero se espera un nuevo desembarco. Interior ya ha reforzado los aeropuertos y, sobre todo, las fronteras terrestres para evitar que los antisistemas puedan unirse a los disturbios.

Más allá de hoy preocupan también los próximos días. El sábado, con miles de personas en la calle, ya se han detectados movimientos para tratar de repetir la ocupación de El Prat que tan buenos resultados le reportó a Tsunami Democràtic el pasado lunes. Los análisis de los servicios de Información de los tres cuerpos involucrados (Policía Nacional, Guardia Civil y Mossos d'Esquadra) no son nada halagüeños. El departamento que dirige Fernando Grande Marlaska vaticina una larga crisis de seguridad. De hecho, tras ampliar el despliegue policial hasta el 31 de octubre (fecha que será superada sin duda), ha ordenado en las últimas horas que los antidisturbios empiecen a ser relevados cada diez días para poder mantener la presencia en Cataluña de una forma continuada.

El Ministerio del Interior, que ya ha aumentado hasta 2.200 los antidisturbios desplegados en la comunidad, ha comenzado a enviar a Cataluña miembros de unidades de Policía Judicial para redactar atestados en previsión de una oleada de detenciones.

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