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Alaa Mohamed Said, en el interior de una de las mezquitas de Logroño.
Interior expulsa a un imán de Logroño que hacía apología del islam radical

Interior expulsa a un imán de Logroño que hacía apología del islam radical

El CNI, la Guardia Civil y la Policía Nacional vinculan a Alaa Mohamed Said con los Hermanos Musulmanes y le ven como «un peligro para la seguridad nacional»

luis j. ruiz

Logroño

Jueves, 19 de abril 2018, 14:10

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El Ministerio del Interior, a través del secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, ha decretado la expulsión de España de Alaa Mohamed Said, de nacionalidad egipcia, que en los últimos años ha venido trabajando como imán en dos mezquitas de Logroño: la ubicada en la calle Villegas (que acabó por cerrarle sus puertas hace más de un año, inciden desde el centro) y la de la calle Somosierra, que atiende a buena parte de la comunidad subsahariana de la capital y en la que colaboró tras ser rechazado en la primera.

La orden de expulsión está fechada el 7 de marzo y ordenaba al imán salir del territorio nacional antes del 12 de abril, hace hoy una semana. Precisamente ese día, Alaa Mohamed Said acudió a los juzgados de lo Contencioso de Logroño solicitando la suspensión de la orden. La justicia riojana trasladó el caso a la Audiencia Nacional que, horas después, rechazaba su petición y avalaba la decisión de Interior.

A última hora de la tarde de ayer, Alaa Mohamed Said permanecía detenido en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Madrid a la espera de que las autoridades localizaran un pasaje hacia El Cairo. Y todo después de que su representación legal sondeara por la mañana una salida negociada para que su destino final no fuera Egipto, donde la cofradía de los Hermanos Musulmanes está catalogada como grupo terrorista y sus miembros en prisión. Así, su objetivo era vestir la expulsión como salida voluntaria del país para desembarcar en Turquía, un país más amable para su futuro más inmediato y también ajeno al espacio de Schengen, por lo que no tendría libertad para entrar en Europa.

La expulsión es el fruto del trabajo de seguimiento que, desde hace más de una década, han desplegado agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la Guardia Civil y la Policía Nacional en torno al imam. Un dispositivo prolongado en el tiempo que, sostienen fuentes próximas al caso consultadas por Diario LA RIOJA, ha venido a confirmar los estrechos lazos de Alaa Mohamed Said con la cofradía de los Hermanos Musulmanes -organización islámica egipcia ilegalizada en algunos países al ser considerada terrorista- y su intento de extender desde Logroño los dogmas de la escuela Hanbalí (rama suní del islam), la que defiende la interpretación literal y estricta del Corán. Las mismas fuentes sostienen que su conducta constituía una amenaza -al menos en el largo plazo- para la seguridad nacional «por pertenecer a los Hermanos Musulmanes, estar relacionado con el wahabismo salafista y por practicar su doctrina, la más cerrada y radical». En todo caso, su nombre no está vinculado al proselitismo terrorista.

Alaa Mohamed Said llegó a España en el 2004. Lo hizo gracias a un acuerdo entre la Comisión Islámica y el Gobierno de Egipto para proveer un cupo de imames que atendieran a las comunidades locales. El Cairo asumió la manutención de los religiosos durante 6 meses a expensas de que, en ese tiempo, encontraran acomodo en la nómina de alguna mezquita española. Después de pasar por Alicante y Valencia, recaló en Pamplona, donde se hizo cargo de una comunidad de fieles argelinos. Pero su discurso y personalidad, ya entonces, no cuajaron y tras diferentes enfrentamientos se trasladó a Logroño para hacerse cargo de la mezquita de la calle Villegas. Primero en nómina; después como voluntario. Además presidía la Unión Islámica de Imanes y Guías de España.

Los investigadores del CNI y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad sostienen que en un primer momento Alaa Mohamed Said mantuvo un perfil bajo en la mezquita, lo que impidió que sus fieles pudieran identificar con claridad su estricto mensaje. «Los Hermanos Musulmanes siempre actúan de manera similar: crean instituciones legales; organizan diferentes actividades también normalizadas; y, por último, difunden su ideología», explican fuentes del caso. Ese fue su proceder en Logroño: tras «dos o tres años» empezó a trasladar esa interpretación estricta de los textos islámicos que 'chirrió' en sus fieles. «Detectar un proceso de radicalización terrorista es relativamente sencillo», sostienen los investigadores, que apuntan la complejidad de percibir la ideológica, «algo solo visible en el largo plazo». En ese proceso también se sirvió de sus contactos con entidades como la Liga Islámica para el Diálogo y la Convivencia de Valencia o el Centro Islámico de Barcelona.

Con un carácter autoritario -dictatorial, dice alguno de sus fieles- y una «gran inteligencia y astucia» trasladó a la sociedad musulmana el doble mensaje y enturbió la convivencia. Tanto es así que en al menos dos ocasiones esa tensión derivó en agresiones físicas que acabaron en los juzgados. «No dudaba en acusar públicamente a quienes se separaban de su opinión para que fueran marginados. Es un profesional de la ideologización y sabe manipular a las masas».

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