Giro ideológico

Pablo Casado enunció ayer los postulados sobre los que desea presidir el primer partido del país; postulados que por momentos parecieron sintetizarse en la llamada a «conectar con esa España de las banderas en los balcones». Pero el nuevo presidente popular es perfectamente consciente de que para conseguir que el PP represente «todo a la derecha del PSOE» no le servirá de mucho sumarse a dinámicas totalmente maniqueas de confrontación, sin conceder ningún margen a la coincidencia con el Gobierno socialista en cuestiones de Estado.

La victoria de Casado entre los populares se ha basado en la oferta de una opción capaz de reactivar a los incondicionales. Ello es también la condición de partida sobre la que el PP puede intentar su recuperación electoral, puesto que únicamente movilizando a los propios sería capaz de atraer a los demás. Pero para ello es imprescindible manejar con sumo cuidado las dosis requeridas de cierre de filas, de reivindicación de las esencias, de distanciamiento con especto al resto del arco parlamentario.

Un cuidado que Casado deberá comenzar por mantener en la propia casa de los populares; puesto que si bien es lógico que gratifique con más responsabilidades a aquellos que han secundado su candidatura a la presidencia del PP, su éxito podría deshilacharse si orilla sin contemplaciones a más prosorayistas de los estrictamente necesarios. Porque, en el fondo, será la moderación en las actitudes lo que concederá crédito a Pablo Casado para que el PP pueda seguir aspirando a ganar, y con más ventaja que en los últimos comicios.

Los secretarios generales de CC OO y UGT, Unai Sordo y José Luis Alvárez, llevan ya un año al frente de su respectivo sindicato, manteniendo la unidad de acción, y resituando la estrategia de ambas organizaciones en la recuperación. El sindicalismo continúa dando valor a las movilizaciones y a las huelgas, aunque la tasa de afiliación sigue siendo exigua en España, y movimientos como el de las mujeres y el de los pensionistas han llegado a superar la convocatoria sindical.

De ahí que resulte conveniente que centrales tan experimentadas como CC OO y UGT dejen de lado el debate sobre su naturaleza reivindicativa en la calle, y se centren en procurar la máxima representatividad y la máxima destreza negociadora. Porque no se trata de doblegar a la patronal; el disenso e incluso la confrontación valen solo si se arriba al acuerdo. Que es el acuerdo lo que ha de ser disputado, como de hecho vienen demostrando CC OO y UGT en este último año.