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Una mujer pide limosna en una calle de Málaga. Jon Nazca / Reuters
Editorial: Menos pobres más pobres

Editorial: Menos pobres más pobres

El crecimiento de la economía es condición básica, pero no suficiente, para hacer de la convivencia un hábitat socialmente justo

El Norte

Valladolid

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Jueves, 1 de enero 1970

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El informe sobre el estado de la pobreza en España conocido ayer advierte de que la reactivación económica no ha logrado integrar en mínimos de bienestar a millones de personas que se vieron excluidas durante la crisis o lo estaban ya antes de su inicio. El crecimiento del PIB no ha supuesto, ni de lejos, una mejora sustancial de las condiciones de vida de los más desfavorecidos. El pasado año había en nuestro país nada menos que 2,9 millones de personas en situación de pobreza severa. Más de la mitad de la población asegura tener dificultades para llegar a fin de mes.

Estamos a mucha distancia de cumplir con los objetivos comprometidos en 2011, atendiendo a la Estrategia Europea 2020. Se da además la circunstancia de que solo el 31,40% de los casos de pobreza responde a situaciones de paro, lo que revela la extrema precariedad de una parte relevante del mercado laboral y que tener un puesto de trabajo ya no es sinónimo de una calidad de vida digna. El estudio incluye dos datos sumamente preocupantes. Por una parte, la pobreza afecta especialmente a los jóvenes de entre 16 y 29 años, una franja de edad crucial tanto para el desarrollo personal como para el relevo generacional.

Por la otra, incide de manera diferencial en los hogares con niñas y niños, sobre todo si son monoparentales, lo que retrae de decidir ser madres y padres, frente a una sociedad que presenta la mayor esperanza de vida del mundo para 2040. La renta media es hoy menor que al comienzo de la crisis para distintos sectores, algunos de los cuales se ven de pronto desfavorecidos. Lo es para los desempleados, pero también para las personas con formación superior y para los trabajadores con trabajo; para las mujeres, para los hogares monoparentales, y para quienes tienen 65 años o más. Se encuentra en riesgo de pobreza el 40% de los pensionistas por jubilación, el 70% de las mujeres que perciben pensión de viudedad y el 90% de los menores con ingresos por orfandad.

Es sabido que las sociedades afectadas por una crisis tan profunda como la vivida por España salen de la misma con mayores niveles de desigualdad. Es presumible que hoy haya menos pobres en nuestro país que el año pasado; pero son más pobres que hace doce meses. El crecimiento económico es la condición básica para el progreso de un país y para su cohesión social. Convendría no olvidarlo. Como tampoco cabe olvidar que el incremento del PIB no es suficiente para hacer de la convivencia un hábitat socialmente justo. Ni siquiera la generación de empleo lo es, si éste se basa en la precariedad. Es necesario activar políticas dirigidas a aminorar las brechas sociales y a promover la igualdad de oportunidades desde la infancia.

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