La situación de Cataluña influyó en uno de cada cuatro electores el 10-N

La mayoría sostiene que, en realidad, los acontecimientos relacionados con la crisis catalana sirvieron para reafirmarle en el sentido de su voto (un 42,7%) pero casi un 10% admite que le llevó a cambiarlo a favor de un partido que «defiende más la unidad de España» frente a un 4,1% que lo hizo por una formación más partidaria del «diálogo y el entendimiento». Con los datos ofrecidos públicamente resulta imposible determinar entre qué partidos concretos se produjeron esas fluctuaciones. Pero la encuesta sí ofrece una visión de los trasvases en general (relacionados o no con esta cuestión).

La pérdida de votos del PSOE, por ejemplo, se debe a que un 6,7% de quienes le votaron en abril pasaron en noviembre a la abstención. Su campaña para captar voto de Ciudadanos fracasó y la mayoría de quienes abandonaron a Albert Rivera lo hicieron para votar al PP (un 14,6%), a Vox (un 8,9%) o también para pasarse a la abstención (un 9,5%); por Pedro Sánchez se inclinó solo el 6,3%. Mientras, la formación de Santiago Abascal, la que mantuvo una mayor fidelidad de voto y logró un mayor crecimiento, pescó fundamentalmente en el caladero de Pablo Casado, al que arrebató un 10% de los votos de abril, pero también de la formación centrista que, en evidente declive, le entregó el ya mencionado 8,9% de sus votos. Entre los jóvenes, tanto en el tramo de 18 a 24 años como en el de 25 a 34, fue además la primera fuerza de la derecha.

Abascal también fue el dirigente más beneficiado por el debate a cinco realizado por la Academia de Televisión, seguido por un 51% de los encuestados (en su totalidad o en parte). Aunque la mayoría dio ganador a Pablo Iglesias, el líder de Vox sería el siguiente en el ranking, pero lo más significativo es que un 11,2% de quienes finalmente optaron por la formación de derecha extrema aseguran que cambiaron su voto a raíz de ver su intervención en el programa, emitido, seis días antes de las elecciones. El hoy presidente del Gobierno, en cambio, no rentabilizó su actuación. De hecho, Pedro Sánchez fue el líder peor valorado por sus propios votantes, solo por detrás de un Rivera en caída libre.

Otro dato relevante de la encuesta realizada por el organismo público – que, según se supo el miércoles, seguirá dirigido por el controvertido exresponsable de Estudios del PSOE, José Félix Tezanos– es el que, pese a lo complejo del escenario abierto tras los comicios, la inmensa mayoría de los votantes asegura que, de haber sabido de antemano el resultado, habría votado exactamente lo mismo. En torno al 95% de los del PSOE, Unidas Podemos, PP y Vox se ratifican en su papeleta. La excepción son los de Cs; casi dos de cada diez habrían votado otra cosa.

Estas respuestas hay que ponerlas en contexto. El trabajo de campo del sondeo, que cuenta con 4.800 entrevistas, fue realizado entre el 29 de noviembre y el 19 de diciembre. Es decir, para entonces ya se sabía que Sánchez había alcanzado un acuerdo para constituir un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias y que estaba negociando con Esquerra Republicana de Catalunya para que le facilitara la investidura.

En concordancia con esa falta de arrepentimiento generalizado, la estimación de voto del CIS para unas hipotéticas elecciones que se hubieran celebrado en diciembre no dista mucho de las cifras del 10-N. Los porcentajes de voto se mantienen prácticamente iguales con la única excepción del correspondiente a Cs que, no obstante, sólo bajaría un punto, del 6,8% al 5,6%.