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La estatua de Franco atacada en Barcelona.
¡Catalanes, Franco ha vuelto!

¡Catalanes, Franco ha vuelto!

El independentismo 'resucita' al dictador para revitalizar el proceso

Cristian Reino

Domingo, 23 de octubre 2016, 13:02

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Cuarenta años después, Franco ha vuelto a Cataluña. No solo porque su estatua decapitada fuera derribada del caballo y posteriormente retirada de una exposición en Barcelona, sino porque ha estado en boca de todos los grupos políticos y ha centrado el debate de la que puede ser, de facto, la primera ley de la desconexión de Cataluña del resto de España.

En pleno proceso de ruptura y con el referéndum a un año vista, la política catalana lleva días pendiente del dictador. El sábado pasado, Artur Mas acudió al lugar donde fue ejecutado Lluís Companys y trazó un paralelismo entre el caso que llevó al expresidente de la Generalitat al pelotón de fusilamiento y el que el dirigente nacionalista tiene abierto por el 9-N. «La sombra de Franco es muy larga» en el Estado español, afirmó. Los miembros de la Generalitat insisten casi como un mantra en presentar a España como un país antidemocrático y cargado de tics franquistas porque no permite el referéndum catalán y lleva ante la justicia a los dirigentes soberanistas que promueven la consulta.

Dos días después, el lunes, se inauguró la polémica exposición sobre la dictadura en el Born de Barcelona, que acabó como el rosario de la aurora y con las estatuas de Franco y de la Victoria de vuelta al almacén municipal. Todo ello mientras los grupos municipales del Ayuntamiento de Barcelona se enzarzaban en la enésima polémica sobre el pasado franquista de Juan Antonio Samaranch, ahora que se cumple el trigésimo aniversario de la célebre frase «A la ville de Barcelone.» que abrió la puerta de los aros olímpicos a la capital catalana. Y finalmente, el miércoles, la Cámara catalana dio los primeros pasos para aprobar una ley que declarará «nulos y sin ningún efecto jurídico todos los consejos de guerra sumarísimos y sus correspondientes sentencias, dictadas en Cataluña, por el régimen franquista».

Una norma unilateral, impulsada por Junts pel Sí, Catalunya si que es Pot y la CUP, que pondrá a prueba el grado de soberanía que tiene la Cámara catalana, que declarará la nulidad de los Consejos de Guerra producidos en Cataluña desde abril de 1938 a diciembre de 1975 y que ha sido concebida como todo un desafío al Estado y al Constitucional. «Sería muy grave que el Estado actuara contra la anulación de las sentencias del franquismo», afirma Josep Cruanyes, portavoz de la Comisión de la Dignidad, entidad memoralista impulsora del proyecto de ley y que se dedica a la reclamación de los llamados 'Papeles de Salamanca'. «Sería como si, una vez hecha la anulación de las sentencias, se quisieran rehabilitar. No nos imaginamos lo grave que sería», señala.

A su juicio, se trata de una «casualidad» que hayan coincidido en el tiempo tantos episodios relacionados con Franco y de ninguna manera, afirma, existe la intención política de que vuelva a salir a escena el dictador. Si acaso, apunta, hay una voluntad de «reparar la memoria de las víctimas» y el hecho de que se hable tanto de Franco pone en evidencia a su entender que aún hay muchos «temas por resolver». «Es el momento de cerrar definitivamente las heridas», apunta.

Intencionalidad política

Joaquim Coll, historiador y vicepresidente de Sociedad Civil Catalana, no cree que sea una coincidencia que el Gobierno catalán esté haciendo continuas apelaciones a los «tics franquistas» del Estado español con que la Camara catalana apruebe una ley que anula los juicios sumarísimos. Ve una clara intencionalidad política. «Saben que la ley no tiene recorrido y que el Constitucional la tumbará, pero así podrán decir que el alto tribunal no quiere anular los juicios sumarísimos y por tanto que estamos ante un tribunal franquista», mantiene. Y a continuación, relata, «seguirán con el argumento, diciendo que estamos en un Estado dictatorial y que lo mejor que podemos hacer es independizarnos y liberarnos de este estado autoritario y opresor». Así, la apuesta secesionista estará justificada por la necesidad de romper con un Estado antidemocrático que no permite a los catalanes votar su futuro en un referéndum, que rehabilita a Franco y que encima tumba la ley que prohibía los toros y deja sin capacidad normativa a la Cámara catalana. Un batido cargado de simbolismo. Coll considera que a medida que crezca la presión judicial sobre los dirigentes soberanistas y, sobre todo si alguno de ellos, como Artur Mas o Carme Forcadell, acaba inhabilitado, el recurso a comparar la España actual con la de Franco irá a más.

Y luego está el episodio del Born, el de la estatua ecuestre decapitada del dictador, que ha sufrido todo tipo de vejaciones, desde huevazos, pintadas, tomatazos, a la colocación de un juguete sexual. Para Joaquim Coll lo que se ha puesto sobre el tapete con esta exposición y las posteriores reacciones de las fuerzas secesionistas, diciendo que Colau quería hacer exaltación del franquismo, es la «lucha por la hegemonía» política en Cataluña que libran el independentismo y la izquierda de Ada Colau.

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