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La lección de Leo (Messi no, el otro)

Leo tiene siete años, doble nacionaldiad -española y británica-, y vive cerca de Londres. Jamás había visto perder a la Roja, pero cuando lo vio, le salió el orgullo. Esta es la historia

Antonio G. Encinas

Viernes, 20 de junio 2014, 12:54

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Leo está a punto de cumplir siete años. No, no tiene nada que ver con Messi. Se llama Leo porque ese nombre tiene una pronunciación igual de sencilla, y similar, en castellano y en inglés. Y Leo, aunque es hijo de dos vallisoletanos emigrados a Inglaterra como tantos otros en este país, tiene doble nacionalidad, doble lengua materna y doble camiseta que defender. Cuádruple, en realidad.

¿Se imaginan tener cuatro equipos? ¿Y que los cuatro sean no me pregunten el orden el Real Valladolid, el Ipswich Town, Inglaterra y España? Desde luego, es mucho más fácil ser del Barcelona o del Real Madrid y quitarse de problemas.Y si acaso, si España gana, pues te subes al carro y lo celebras con una euforia incontenible. Y si pierde, pues te subes al otro carro, al de los desguazadores de ídolos, y sacudes hasta al utilero, que para eso cobran primas multimillonarias.

Leo tenía ayer en el cole una fiesta que se había complicado un poco con el dichoso partido de España ante Chile. Iban a celebrar el día del Mundial de fútbol, y los niños tenían que acudir vestidos con una equipación deportiva y, a poder ser, de fútbol. Mejor aún si los colores eran reconocibles.

Leo, que a su edad se sabe de memoria todos los coches de la parrilla de Fórmula 1 y sus resultados, también comparte dualidad en ese terreno. Alonso-Button. Y viste con orgullo los colores de su equipo, con espinilleras, botas y todo el uniforme de colores chillones. Pero ayer, cuando tuvo que elegir qué equipación llevar al cole, lo tuvo claro: la Roja. La de España.

Su padre, que ya sabe lo que es padecer el sarcasmo inglés de los compañeros de trabajo cuando pierde España a lo que sea, y además conoce qué crueles pueden ser los pequeñajos cuando se ponen a ello, trató de animarle, por esta vez, a ponerse la de Inglaterra, que además iba a jugar con Uruguay horas después.

«Voy de español porque me gusta España y me da igual que hayan perdido», soltó entonces el canijo, con el criterio insobornable que le conceden sus casi siete años.

Y es que Leo nació en 2007. Tenía menos de un año cuando Fernando Torres marcó el gol que valía una Eurocopa ante Alemania, y en la familia ya hay fotos suyas con la banderita de España tapándole. Tenía tres años escasos cuando Iniesta logró el 1-0, y creo recordar que no pudo ver el partido entero porque en lo del horario sí que es inglés de nacimiento, y se duerme pronto. Y andaba cerca de los cinco años cuando España volvió a ganar la Eurocopa ante Italia en la Final Perfecta.

En toda su vida, el de ayer fue el primer fracaso de la España balompédica, porque los bolos de la Confederaciones no cuentan. Ylo asumió con naturalidad y al mismo tiempo con un orgullo demoledor por su equipo. Habría sido más fácil hacer un zigzag rápido, ponerse del lado inglés y sentirse ganador por un rato, al menos hasta que llegaran Cavani y Luis Suárez para amargarle el Mundial al crío por segunda vez en 24 horas. Si hoy hubiera fiesta en el cole, seguro que se pondría la camiseta de Inglaterra. Porque cuando uno quiere a su equipo, o en el caso de Leo a sus cuatro equipos, no los deja tirados al primer fracaso.

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