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El eje franco-español

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La posición de Macron y Sánchez apunta a una respuesta responsable y solidaria para acoger a los migrantes en suelo europeo

El Norte

Valladolid

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Domingo, 24 de junio 2018, 14:34

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El encuentro en París entre el presidente Pedro Sánchez y el de la República Francesa Emmanuel Macron reflejó ayer la suficiente coincidencia entre ambos mandatarios como para que la reunión informal de hoy en Bruselas, convocada por el máximo responsable de la Comisión Jean Claude Juncker y a la que asistirán ocho jefes de gobierno de la Unión avance un acuerdo básico para dar una respuesta inmediata a la ola de migrantes y exiliados que se están dirigiendo hacia este lado del Mediterráneo. Sánchez y Macron coincidieron ayer en la necesidad de establecer en suelo europeo centros de acogida cerrados para migrantes, que estarían repartidos por todos los países, y en los que se procedería a la identificación de aquellos que tuvieran derecho a asilo. Más en el aire quedaría la suerte de quienes no fuesen acreedores a tal acogida, y que podrían verse devueltos a sus países de origen, pero dentro del marco de la colaboración que la UE ha de explorar con ellos y con los países de tránsito. Esta posición, acordada entre Sánchez y Macron, y que según éste último comparte también la canciller Merkel, resulta más realista y responsable que el reparto por cuotas, fijado hace ahora tres años, y desatendido de manera flagrante por todos los países con la excepción de Alemania. Y sobre todo es infinitamente más solidaria y consecuente en términos democráticos que la iniciativa auspiciada por Donald Tusk de externalizar de nuevo las fronteras de la Unión mediante 'plataformas de desembarco' ubicadas en terceros países. Sánchez y Macron coincidieron ayer en subrayar que la crisis migratoria afecta a la cohesión del proyecto europeo y compromete su futuro. De ahí que resulte fundamental atenuar las diferencias con los socios ribereños, y en especial con la Italia del gobierno Conte-Salvini; así como afrontar las discrepancias con las capitales más entregadas al nacionalismo y el rechazo a la afluencia de extranjeros desde una postura consolidada entre Alemania, Francia y España. Pero seguirá pendiente la respuesta de fondo a una corriente imparable, que difícilmente podrá atajarse en toda su dimensión incrementando la cooperación europea con los países de origen.

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