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Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania. Armando Babani / Efe
Editorial: Nubarrones económicos

Editorial: Nubarrones económicos

La falta de Presupuestos o la retirada de estímulos del BCE pueden ahondar la desaceleración

El Norte

Valladolid

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Domingo, 30 de diciembre 2018, 10:29

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Si este año termina con un crecimiento sostenido tanto en España como en la Unión Europea, las previsiones para el año próximo son bastante más sombrías, inducidas en parte por la frustración de los inversores bursátiles que han registrado un año pésimo en 2018, por el temor a una brusca desaceleración económica global, a una nueva crisis, que quizá sea un miedo infundado pero ya está especulativamente presente en los mercados. En España, desde la salida de la recesión en 2014 se habían registrado tasas de crecimiento superiores al 3%; ahora acaba de revisarse a la baja, hasta el 2,4% del PIB, el crecimiento del tercer trimestre del año en curso. Y las previsiones gubernamentales para 2019 son del 2,3% aunque la OCDE o el Banco de España auguran ya solo el 2,2%.

Buena parte de los factores que reducen el optimismo son exteriores: las tensiones comerciales entre EEUU y China presionan a la baja sobre el crecimiento global, afectado por los nuevos vientos proteccionistas y amenazado por nuevas subidas de los carburantes. En nuestro país, lastran la economía algunos factores autóctonos como la incertidumbre sobre los Presupuestos, las vicisitudes del conflicto catalán, la demasiado elevada deuda pública o los problemas de sostenibilidad del sistema de pensiones. En lo referente al sector exterior, se prevé el estancamiento de mercados como el italiano o el británico, un incremento de las turbulencias en países emergentes como Turquía y Argentina, e incluso sectores tan sólidos como el turístico pueden resentirse seriamente de un hipotético 'brexit' duro.

También genera dudas el efecto sobre una economía tan endeudada como la española de la retirada de los estímulos del BCE y de la previsible subida de tipos de interés en el segundo semestre, en línea con el Tesoro americano y en aras de la normalización monetaria. Piensan los expertos, sin embargo, que pese a todo lo anterior España será en 2019 el país de la UE que más crezca, impulsado por un consumo fuerte que se beneficiará de la bajada del paro, la subida de los salarios, las medidas fiscales expansivas y el mayor apoyo a las inversiones. La situación es fluida y nos obliga a estar alerta porque, como ha dicho Funcas, «el elevado nivel de déficit estructural y de endeudamiento público de nuestro país, que no se prevé reducir a corto plazo, no deja margen de maniobra para amortiguar el impacto de una crisis», lo que nos obligaría a conjugar de nuevo un ajuste fiscal con una recesión. Sin alarmismo, hay que hacer reformas y mejorar la fortaleza de la economía española por lo que pueda venir.

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