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Cuadernos, libros y utensilios del ayatolá Ruholá Jomeiní. EFE
La teocracia iraní sigue en pie 30 años después de la muerte de Jomeiní

La teocracia iraní sigue en pie 30 años después de la muerte de Jomeiní

El ayatolá impuso su proyecto político de república islámica a los grupos izquierdistas y nacionalistas que habían luchado contra el shá Reza Pahlaví

Artemis Razmipour (EFE)

Teherán

Lunes, 3 de junio 2019, 12:16

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El sistema teocrático de Irán ha logrado consolidarse tres décadas después de la muerte del ayatolá Ruholá Jomeiní, pese a que pocos apostaban por la supervivencia de una República Islámica que ya en su momento generó cierta oposición interna. Jomeiní, quien falleció el 3 de junio de 1989 tras estar una década en el poder, logró imponer su proyecto político a los grupos izquierdistas y nacionalistas, que habían luchado también contra el shá Mohamad Reza Pahlaví y que aspiraban a otro tipo de sistema.

El ayatolá, quien pasó 14 años en el exilio por su oposición al Shá, dijo antes de la Revolución Islámica que derrocó a la dinastía de los Pahlaví que los clérigos no debían tener un papel ejecutivo sino supervisor del cumplimiento de la ley islámica o «sharía». Sin embargo, tras la victoria de la Revolución en febrero de 1979, estableció, pese a las críticas, la idea de «Velayat Faqih», que le otorgaba el liderazgo como experto en ley islámica y basándose en la doctrina chií de tener un sustituto durante la ausencia del imán duodécimo.

Jomeiní buscaba unificar el poder y garantizar que los clérigos lo ostentaran, ya que tras la revolución constitucional llevada a cabo en Irán entre los años 1896 a 1907, el clero que apoyó los cambios quedó en cierto modo relegado.

La República Islámica se ha enfrentado, además, durante este tiempo a la oposición de parte de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos, que vuelve ahora a presionar a Irán con sanciones con el objetivo, según Teherán, de cambiar el llamado régimen de los ayatolás. Para reforzar este sistema, fueron creados los Guardianes de la Revolución, una rama de las Fuerzas Armadas fiel al líder, y una serie de órganos dirigidos y formados por clérigos, que tienen con frecuencia incluso más influencia que los poderes ejecutivo y legislativo.

Uno de ellos es el Consejo de Guardianes, integrado por seis clérigos y seis juristas, cuya responsabilidad es supervisar que las leyes aprobadas por el Parlamento coincidan con la 'sharía', así como aprobar los candidatos a las elecciones, incluidas las presidenciales. También destaca la Asamblea de Expertos, formada por 88 clérigos, que tiene la prerrogativa de nombrar al líder supremo, supervisar su actuación y destituirlo en caso de considerar que es incapaz de llevar a cabo sus funciones.

Por otro lado, el jefe del Poder Judicial tiene que ser un clérigo y, hasta ahora, el presidente del país siempre lo ha sido también con la excepción de los dos primeros, Abolhasan Bani Sadr y Mohamad Ali Rayaí, que estuvieron pocos meses en el cargo, y Mahmud Ahmadineyad (2005-2013).

Puestos claves

El analista político iraní Hosein Kananí Moqadam dijo a Efe que los religiosos que están en el poder ejecutivo tienen una buena formación para cumplir con esa labor aunque, reconoció, que también tuvieron históricamente «más oportunidades para lograr puestos claves» debido a su «cercanía» con Jomeiní.

Su sucesor, Ali Jameneí, de cuyo nombramiento se cumplen mañana 30 años, mantuvo esta estructura de poder pero añadió al concepto de 'Velayat Faqih' el término de absoluto, arrogándose todavía más prerrogativas. Al respecto, Kananí Moqadam explicó que «Velayat absoluto Faqih» significa que «el elegido como 'valie faqih' (Jameneí) tiene los mismo poderes que el imán Ali», el primero de los chiíes. Esto tiene el objetivo de que el país en ningún momento se quede «en un punto muerto», según el analista, que precisó que Jameneí no ha utilizado en general esas prerrogativas, solo «en situaciones de crisis».

El 'Velayat absoluto Faqih' apareció en las leyes constitucionales tras su revisión, proceso que comenzó por orden de Jomeiní para que Jameneí pudiera ser su sucesor pese a no cumplir con el requisito de «marya» (fuente de emulación).

Jameneí fue elegido por la Asamblea de Expertos sucesor de Jomeiní de forma temporal el 4 de junio de 1989, un día después de la muerte del ayatolá y coincidiendo con el funeral del mismo. Dos meses más tarde, tras ser aprobada la modificación de las leyes constitucionales, ya fue designado en firme en el cargo, que ocupa hasta el día de hoy con la principal misión de mantener la teocracia.

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