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Iván Duque ofrece su primer discurso como presidente de Colombia. AFP
Editorial: La Colombia del presidente Duque

Editorial: La Colombia del presidente Duque

Se enfrenta a una misión difícil para la que sería necesario no una mayoría provisional en el Congreso sino una sólida mayoría social

El Norte

Valladolid

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Jueves, 9 de agosto 2018, 08:20

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Iván Duque juró el martes su cargo de presidente de la República de Colombia, que obtuvo con su victoria en la elección del 17 de junio. El suyo fue un triunfo en segunda vuelta que, siendo impecable, tradujo la existencia de una considerable oposición a su programa, formalmente de centro-derecha y, de hecho, socialmente percibido por la mayoría como una continuación política de la larga gestión de su mentor, el expresidente Álvaro Uribe.

En ese marco, crear y ejecutar una gobernación propia y mostrar una completa independencia del uribismo es la primera obligación de credibilidad del nuevo mandatario, más atento que nadie al desenlace que reciban los problemas judiciales de Uribe. Para el nuevo presidente, sean cuales sean sus criterios, la preocupación central seguirá siendo cómo administrar la gobernación del país en su conjunto en el escenario social, político y judicial que le dejó como una difícil herencia el largo proceso de paz alcanzado con el acuerdo firmado en 2016 con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), un proceso bien gestionado por la administración saliente y que le valió el Premio Nobel de la Paz al país representado por su presidente, Juan Manuel Santos.

Duque no ha hecho ni dicho nada que pueda comprometer el histórico arreglo y sus críticas al respecto deben ser tomadas como expresiones rutinarias propias de la vida política. La Colombia del posacuerdo es distinta y la misma a un tiempo. Mantiene sus acciones terroristas la otra fuerza insurgente, anacrónica y cruel, el llamado 'Ejército de Liberación Nacional', y apenas avanza hacia un arreglo pactado el cáncer endémico de la violencia.

La primera obligación del nuevo mandatario es ejecutar una gobernación propia y mostrar una completa independencia del uribismo

Sobra decir que se mantiene y goza de buena salud el problema sempiterno del cultivo masivo de cocaína, de la que el país es el primer proveedor mundial y sigue al alza sin cesar. El nuevo Gobierno ha discrepado del saliente en las acciones adecuadas al respecto y, para decirlo moderadamente, apenas nadie espera mejores resultados de la vaga política diseñada al efecto por el debutante. Todo esto significa que el presidente Duque se enfrenta a una misión delicada y difícil para la que sería muy necesaria no una mera mayoría provisional en el Congreso, sino una sólida mayoría social al respecto de la que, desafortunadamente, no dispone.

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