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El Norte
Miércoles, 15 de enero 2025, 11:40
Las palabras con las que siempre comienza Pablo Motos su espectáculo, «hoy vienen a divertirse a 'El Hormiguero'...», no se cumplieron con exactitud. Los invitados, Andy y Lucas, hablaron de todo, se rieron pero, en un momento determinado del show, también lloraron, especialmente Lucas.
La pareja de cantantes, en plena promoción de su gira de despedida, 'Nuestros últimos acordes', mostraron su agradecimiento por la gran acogida que ha recibidio su tour de despedida, ya que, lo que empezó como una pequeña gira, va a prolongarse hasta los dos años.
Nada más comenzar el programa, Motos recordó que Andy y Lucas pasaban a ser miembros del Club Platino de 'El Hormiguero' porque era su décima visita al show de Antena 3. Por ese motivo, ambos hicieron su entrada en el plató a bordo de un coche descapotable. Antes de arrancar la entrevista, Pablo Motos le ha entregado la Tarjeta Platino a cada uno de ellos y ha dado paso a un vídeo con algunos de los mejores momentos de las visitas de ambos al programa.
Motos quiso saber cómo se veían ellos después de finalizar su último concierto, el que está programado para el próximo 10 de octubre en el Palacio de Vistalegre de Madrid. «Nos da miedo, nos da miedo. Nos asusta, nos asusta. Es verdad que yo sigo teniendo mi problema del corazón, pero nos hemos rodeado de un grupo de personas fantástico y he podido delegar más y, por mi salud, he tenido que delegar más. Cantar me gusta y cantar en el escenario ni me estresa me te sube la tensión, lo malo es el día a día, estar 24 horas al teléfono. Lo único que me faltaba a mí era pegar los carteles en la calle. Pero bueno, como digo, estamos rodeados de un gran equipo de personas», confesó Lucas.
La entrevista giró hacia la salud de los invitados, y en concreto hacia la dolencia que padece Andy en el corazón. «Yo tenía unas taquicardías y por culpa de la tensión me daban unos mareos en el escenario. Entonces, eso me hizo ir al cardiólogo, porque el corazón se me aceleraba. Y cuando me hizo una ecografía, vio que hay una válvula que me devuelve la sangre, así que estoy tomando ciertos medicamentos. El cardiólogo me dijo que puedo seguir haciendo mis conciertos, pero que lo que no puedo es seguir llevando el ritmo de vida que llevaba y tengo que comer bien, no estar tan pendiente del teléfono móvil y preocuparme menos por las cosas e ir viendo cómo voy», ha subrayado.
La siguiente pregunta incidió en la nariz de Lucas y en lo sucedido en realidad. «Yo es la primera vez que voy a hablar sobre esto, porque la verdad es que ha sido difícil de gestionarlo, muy difícil de gestionarlo. Primero, porque cuando salió la noticia, una semana antes había habido una DANA en Valencia y yo casi me he autocastigado a mí mismo porque me he sentido culpable por ello, por haber ido a ese acto. Ver que en un país en el que estaban falleciendo muchas personas por una DANA se estaba hablando más de mi nariz que de esa DANA me avergonzaba. Me avergonzaba y me hacía sentir vergüenza hacia mí mismo».
El cantante, emocionado, continuó: «Después uno tiene hijos que van al colegio y la gente les dice cosas de mi nariz; tiene una madre a la que hace unos meses le dio un ictus; se han escrito cosas en redes sociales que son maquiavélicas, cosas de drogas, cosas de lo que sea; eeeeeh...», momento en el que Lucas comenzó a llorar.
Después del consuelo de su compañero Andy los aplausos del público presente en el plató y de beber agua, Lucas ha continuado con su relato. «En la vida hemos nacido para hacer cada uno lo que nos plazca. Voy a contar que me hice una cosa estética en la nariz y ha sido todo culpa mía porque no he hecho caso a los médicos y me quité las gasas antes de tiempo y no me puse las cremas y las pomadas cuando me las tuve que poner, pero también uno es libre para hacer lo que quiera. Pero a mí lo que más me duele es que yo vaya a un restaurante y que alguien se acerque a la mesa y me diga un disparate delante de mis hijos. Y eso me rompe el alma, porque la educación y los valores tienen que estar por encima de una nariz o de lo que sea. Y eso no me lo explico, que una señora se me acerque y me diga algo fuera de lugar delante de mis hijos. Y mis hijos son pequeños, y me duele. Y en ese momento me digo: '¿Cómo actúo? ¿Le digo algo a la mujer? ¿Me levanto y le digo algo?'. Pero uno sabe que es peor porque eso también es el precio de la fama. Y lo siento mucho, no puedo decir otra cosa, lo siento de veras», ha continuado Lucas, momento en el que no ha podido evitar volver a llorar.
Visiblemente contrariado, Lucas siguió hablando: «Es que los estereotipos... Al principio aguantaba las bromas de que era el gordito, ahora en la nariz. Y dices: '¿Nadie se va a fijar en la música que hacemos?'. Te puede gustar más o menos nuestra música, pero algo bueno habremos hecho. Hemos hecho sencillos que son historia viva o leyenda de la música como 'Tanto la quería' o 'Son de amores' y que muchas veces la gente se pare a ver cómo tiene uno el flequillo o cómo tiene uno el pie en vez de valorar su trabajo o incluso si es buena persona o ayuda a los demás... Andy y yo vamos casi todos los años a los hospitales cuando no es Navidad y eso no sale en ningún sitio. Vamos a hospitales donde hay chiquillos con cáncer y vamos a hospitales donde hay gente muriéndose. Y tres días antes de que saliera la noticia, estuvimos cantando en un hospital y ahí también tenía la nariz así, pero eso no fue noticia. Es noticia cuando a ellos les interesa. Y me parece que en el periodismo se le está yendo la cabeza a más de uno con las 'fake news'. Y lo peor es que el público las consume, eso es lo peor».
Para zanjar el tema de su nariz, Lucas continuó con su reflexión: «Yo intento darles valores a mis hijos y pienso que en las redes sociales, como en las apuestas por Internet, tendría que haber un DNI por delante, que los padres dieran permiso para que los hijos tuvieran redes sociales y que los hijos no pudieran tener redes sociales hasta tener 16 años, porque las redes sociales ya sabemos para lo que son, porque aquí ahora mismo cualquiera puede escribir cualquier cosa sin importar el nivel de brutalidad. Y lo peor es que somos tan borregos que nos lo creemos y somos tan tontos que vamos detrás del tonto que lo escribe».
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