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Pedro Sánchez. Jaime Reina (AFP)
Pedro Sánchez se la juega a su pesar

Pedro Sánchez se la juega a su pesar

Los candidatos esperan que los duelos a cuatro sean decisivos para resolver las dudas del elevado número de indecisos

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Domingo, 21 de abril 2019, 00:12

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La desastrosa gestión de la candidatura de Pedro Sánchez del debate electoral ha desembocado en una doble sesión del mismo en el primer tramo de la recta final de la campaña. Si no quería taza, dos tazas. «Qué remedio», dijo en un arrebato de sinceridad.

El candidato socialista se ha metido en un charco de hondura impredecible. Podía haber dicho que sí a la primera al duelo en TVE y santas pascuas, pero el tacticismo y el riesgo cero que impregna su campaña le han conducido al escenario que menos quería, y el preferido por Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Un desenlace que no se sabe qué efecto tendrá entre los votantes, y que tampoco podrán calibrar las encuestas porque su difusión está prohibida a partir del lunes.

La cruda polémica sobre el debate ha sido el preámbulo de una recta final de campaña cargada de incertidumbre. La llegada no va a ser al sprint porque el PSOE entra destacado en el último tramo, eso dicen los sondeos, y todo hace pensar que, pese a los resbalones, va a ser el primero en la meta. Pero ese éxito no está claro que lleve aparejada la victoria electoral. Gana el que puede reunir una mayoría para gobernar, y eso está por ver.

Sánchez, Casado, Iglesias y Rivera coinciden en que la bolsa de indecisos puede convertirse en una caja de sorpresas. Algo más de 15 millones de los 36,8 millones del censo no saben a qué partido votar, y son la llave de la victoria y la derrota, incluso para el PSOE a pesar de su ventaja demoscópica. La mitad de los dubitativos, según el CIS, se dicen centristas, el 45% son mujeres, y casi seis de cada diez tienen entre 18 y 24 años.

Una porción del electorado que podría salir de dudas con el debate del lunes en TVE y martes en Atresmedia, siempre que ese vaya a ser su plan nocturno. Así lo creen en los comités de campaña de PSOE, PP, Unidas Podemos y Ciudadanos. El debate, como los mítines, suele ser para los convencidos, que se reafirman en su voto; o para los 'cafeteros', adictos a la política como se puede ser al fútbol o al cine. Pero en esta ocasión, con tal volumen de indecisos y una intención de voto tan volátil, puede tener efecto decisorio entre los menos entusiastas.

No equivocarse

Casado confía en ello. Lo mismo piensa Rivera (Ciudadanos es el partido que entra en más combinaciones disyuntivas). Un dato avala la esperanza de ambos, y es que en las generales de 2016, con menos indecisos, el 15% decidió su voto entre el jueves y el domingo de las elecciones. Trece días antes hubo un debate a cuatro.

En esos duelos, lo principal es no equivocarse. Si no hay errores de bulto, las victorias y derrotas son apreciaciones con altas dosis de subjetividad. De hecho, no se puede atribuir, al menos en España, un triunfo o un fracaso en las urnas al resultado de un debate. Pero hay un clima que invita a pensar que esta vez su influencia será mayor. Sánchez va a tener un cara a cara por partida doble con Casado y Rivera, que han firmado un armisticio entre ellos, y el encuentro se va a disputar en la cancha más incómoda para el PSOE, la de Cataluña. Va a encontrarse con las preguntas sobre naciones, indultos y pactos que los socialistas han despachado hasta ahora con evasivas y silencios.

La recta final puede quedar marcada por un doble debate, en el que Sánchez tiene poco que ganar y mucho que perder, al revés que Casado, Rivera e Iglesias, que apenas arriesgan y lo tienen todo a favor para mejorar sus posiciones.

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