Los debates electorales permiten, sobre todo, que el votante compare en un mismo momento, en un mismo escenario o circunstancias, en igualdad de condiciones y ... en torno a un mismo tema o cuestión a más de un líder político. Mejor a dos que a tres. Con más de cuatro ya no hay un debate, sino una asamblea. Como explicaba anoche Xabier Fortes al término del que se celebró en Las Cortes de Castilla y León producido por RTVE, se trata de que los electores busquen, comparen y, «si encuentran algo mejor», lo voten.
Publicidad
El encuentro a tres de ayer tuvo en ese sentido un elemento que lo hizo muy atípico y poco fluido, deficiente por tanto en términos de equilibrio. Francisco Igea, desde su casa, confinado y con una estantería de libros como fondo, daba la nota discordante. La realización del programa, impecable por cierto, se esforzó por equiparar la presencia de los tres candidatos. Pero no fue posible. Hasta el maquillaje, exagerado y demasiado evidente en el caso de Tudanca y Mañueco, marcaba diferencias. Fue inútil tratar de disimular la anomalía y en un debate que se mide al segundo, al milímetro, sirvió en bandeja una ventaja de atención precisamente al candidato que se encontraba aparentemente en desventaja.
El debate de anoche obtuvo una audiencia del 1% de 'share', con 132.000 espectadores, en el canal 24 horas de RTVE, que lo retransmitió para toda España, con desconexión regional en La 1. Ese dato da la medida de una cita de escaso impacto, pensado para los muy cafeteros, que los estrategas de campaña preparan mucho más para acumular fragmentos viralizables que refuercen sus tesis en redes sociales que, realmente, para confrontar ideas y argumentos. Por eso los debates suelen ser soporíferos, más aún a determinadas horas de la noche. Salvo cuando, como sucedió ayer en escasos momentos, se producen pequeños rifirrafes. Otra anomalía: los más interesantes fueron los protagonizados por los hasta hace nada socios de gobierno, Igea y Mañueco. Y otra más, que seguramente responda a cierta estrategia: Tudanca no interactuó prácticamente en ningún momento del debate con Igea, lo cual reforzó el papel presidencialista e institucional del líder de los populares. Será porque no apareció la posibilidad real de un pacto PSOE-Ciudadanos. Puede que surja en el debate del día 9, en el que los aspirantes necesariamente tienen que arriesgar mucho más que el presidente.
Los tres candidatos deberían tomar nota cara al debate del próximo miércoles. Si el coronavirus lo permite, esa noche a las nueve se encontrarán los tres en las instalaciones de RTVCyL y les quedarán solo dos días de campaña. Seguramente Igea adoptará un protagonismo todavía mayor, porque es el que tiene menos que perder. Debería mostrarse, en todo caso, menos enfadado. Anoche era más el candidato cabreado que el candidato confinado. Tudanca deberá desenvolverse mejor que el exvicepresidente como azote y alternativa de Mañueco. Con más empuje, con más emoción. A Tudanca le falta el carácter que les sobra a sus adversarios y eso se nota mucho en este tipo de situaciones. Y Mañueco, que ayer ganó el debate porque nadie le situó de verdad en una posición comprometida, bastará con que vigile la naturalidad de su aspecto y refuerce su condición de favorito. Lo demás, aguante.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión