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Luis María Díez-Picazo, presidente de la Sala Tercera del Tribunal Supremo. R. C.
El hombre de Lesmes que entró por la 'puerta trasera' del Supremo

El hombre de Lesmes que entró por la 'puerta trasera' del Supremo

Catedrático de Derecho Constitucional, la elección de Luis Díez-Picazo como presidente de la Sala Tercera fue polémica tras una denuncia de su antecesor por «desviación de poder»

Mateo Balín

Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

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Luis María Díez-Picazo (Madrid, 1958) accedió a la plaza del Tribunal Supremo en 2008 por el llamado quinto turno, reservado a juristas de reconocida competencia con más de 15 años de antigüedad. Este catedrático de Derecho Constitucional -hijo del reputado especialista Luis Díez-Picazo, una de las mayores instituciones del país en derecho civil- transitó los primeros años sin hacer mucho ruido por la Sala Tercera, dedicada a juzgar los actos del Gobierno y de las administraciones públicas.

Pero su nombre saltó a la escena mediática en verano de 2015, poco antes de fallecer su padre. Apareció en la terna de candidatos para desbancar de la presidencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo a José Manuel Sieira, magistrado de carrera y una de las caras más conocidas en el Palacio de la Justicia de la madrileña plaza de la Villa de París, donde ha pasado los último 24 años de su carrera profesional.

En apariencia, el movimiento de Díez-Picazo no era fácil, primero por la popularidad de Sieira y luego porque en el Supremo hay una norma no escrita mediante la cual los presidentes de sala suelen renovar al menos una vez su mandato. Pero este docente universitario contaba con una carta ganadora en forma de aval del mismísimo presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes.

Éste hizo campaña en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que también preside, para que los vocales denominados conservadores -nombrados por el Partido Popular- apoyaran su candidatura en detrimento de Sieira. Lesmes logró su objetivo y consiguió que 12 de los 21 vocales votaran en septiembre de 2015 a Díez-Picazo para dirigir la Sala Tercera del Supremo.

El presidente del Supremo había completado su movimiento: eliminar a Sieira, pese a que tenía la Sala casi al día y cuyo salida estaba casi cantado por el enfrentamiento que mantenía con Lesmes a cuenta del control de sus actos, de los del CGPJ y del Gobierno. En un escrito remitido días después a la Sala de Gobierno del Alto Tribunal, el magistrado denunció una posible «desviación de poder» por parte de Díez-Picazo, que no permitió que Sieira dirigiera al menos una de las siete secciones que forman la Sala Tercera.

Y todo se hizo, dijo éste en su escrito, sin motivar las razones que debe tener el Supremo para adoptar esa decisión. Por todo ello, entendió que hay «voluntad de que el magistrado que suscribe no desempeñe la presidencia de sección alguna» lo que «podría llevar a pensar que nos encontramos ante una autentica desviación de poder».

Falta de comunicación

Con este monumental embrollo comenzó hace tres años esta nueva etapa en la Sala Tercera, compuesta por 31 magistrados, los mismos que verán en una fecha aún por determinar si se cambia o no la doctrina jurisprudencial sobre el impuestos de las hipotecas. Éste será, sin ninguna duda, el asunto de mayor calado que ha tocado Díez-Picazo desde que llegó al cargo, ya que sus consecuencias económicas (para los bancos) y sociales (para decenas de miles de hipotecados) son enormes.

El asunto no comienza bien para el presidente debido a la falta de comunicación con el tribunal del impuesto hipotecario. Éste se enteró «por la prensa» de la resolución, de ahí su tardanza en llevar al Pleno este asunto, según fuentes del Supremo. Se podría pensar en que le han hecho una jugada o que éste no controla a sus secciones, pero las citadas fuentes consultadas no lo ven así. En cualquier caso, la inseguridad jurídica que genera ha dejado en mal lugar a Díez-Picazo, uno de los profesores más destacados del Centro Universitario de Estudios Financieros. Una escuela privada especializada en máster de Finanzas.

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