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Los jugadores del Quesos celebran la consecución del título de Liga de la pasada temporada. A. Mingueza
El Salvador y el VRAC abren la Liga con el derbi más clásico
Rugby

El Salvador y el VRAC abren la Liga con el derbi más clásico

El Chami presenta una delantera reforzada frente a un campeón que mantiene el bloque de la exitosa campaña anterior

Víctor Borda

Valladolid

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Sábado, 15 de septiembre 2018, 11:14

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El partido de los partidos en el oval español abrirá la temporada. Pepe Rojo lucirá sus mejores galas desde la primera jornada de la Liga Heineken. Chamizos y queseros, queseros y chamizos. Máxima rivalidad entre los que han demostrado ser los mejores equipos del rugby nacional en los últimos años. Un derbi precoz, demasiado cercano al inicio de campaña. Ambos equipos están en fase de rodaje. Les faltan algunos efectivos que están por llegar para apuntalar a dos escuadras que quieren todos los títulos que están en juego. Ahí, la trayectoria del Quesos Entrepinares en la última década es sencillamente incontestable. Por palmarés en los últimos años es el favorito. Pero el ADNchamizo obliga a plantar batalla y a dar una alegría a una afición que en los últimos años ha presenciado muchas finales, pero en las que solo dos títulos ha ido a sus vitrinas. El Salvador quiere cambiar la tendencia, pero eso no va resultar nada fácil. Precisamente, los chamizos ejercerán en esta jornada liguera inaugural como locales. Y todo eso se dilucida este domingo a las 12:30

El Salvador afronta esta temporada con la importante ausencia de Joe Mamea

Esa falta de rodaje y de todos los efectivos abre la esperanza de que se vea un partido más abierto de lo que tradicionalmente es un derbi vallisoletano, con posibilidad de más errores y desajustes que provoquen la llegada de puntos. Y es que estos duelos de rivalidad se han convertido en encuentros demasiado 'amarrategui', en los que el rival espera el fallo para castigarte y en los que las defensas se imponen a los ataques. Nadar y guardar la ropa. Pero esa racanería en el juego no quita ni un ápice de emoción a uno de los días señalados en rojo en el calendario deportivo de la ciudad. Máxima entrega e intensidad, eso seguro. El espectáculo en la grada está garantizado. Blanco y negro por un lado, azul por el otro.

El dominio quesero en los últimos años se ha motivado, a decir de los expertos, por el dominio del juego de delantera. Diego Merino ha logrado que el Quesos, un equipo que tradicionalmente se asimilaba al juego a la mano, haya dado un golpe de timón con la llegada de delanteros muy potentes, que le han permitido dominar situaciones de juego como la melé, una fase en la que El Salvador mandaba históricamente. Gavidi, Paila, Basso, Alberto Blanco,... Jugadores que han conseguido imponer su juego de delantera, del que el quince azulón ha sacado petróleo. Por ese motivo, El Salvador, que había intentado en los últimos años apostar por un juego más dinámico y contar con una tres cuartos de mayor calidad, este año ha cambiado el paso.

El SilverStorm se ha reforzado sobre todo en delantera. Ha tenido una importante baja, la de Joe Mamea, un jugador que ha entrado por sus innegables méritos en la categoría de leyenda chamiza. Ha colgado las botas y se dedicará a entrenar en el Tatami valenciano. Sin el número 8, el equipo ha perdido su norte dentro y fuera del campo. Eso ha obligado a fichar. Sigue Jake Wainwright, un jugador que vino para suplir al samoano. Además, la competencia siempre es buena, se ha traído un tercera que también puede actuar como número 8, el neozelandés Olajuwon Noa, un refuerzo del que se espera mucho en la entidad albinegra.

Pero no ha habido un 'restyling' solo en la tercera línea de la delantera. También en la segunda, donde el equipo va a contar con cuatro jugadores de garantías. A los ya habituales Víctor Sánchez y Michael Walker-Fitton hay que sumar las incorporaciones Emmanuel Harmatiuk, un jugador con un físico importante, y Pablo Ecuaga, un refurzo que ha hecho el viaje inverso que Mamea.

También la primera línea ha visto la llegada de refuerzos. Dos pilieres como Nicolás Jurado y José Manuel Coronado. La marcha de un histórico como el talonador Dani Marrón –ahora en las filas del Sanitas Alcobendas– la cubrirá un valor de futuro como Vicente del Hoyo.

Además, la parcela deportiva de El Salvador ha tenido que fichar un medio melé, Kerman Aurrekoetxea, –Juan Ramos va a estar bajo la órbita de la selección de rugby siete– y un apertura, el ingles Oli Bryant, el encargado de hacer olvidar a hombres como Katz o Graaff.

Alberto Díaz también va a estar este año en la órbita del Seven, lo que ha obligado al club albinegro a buscar en el mercado un tres cuartos de garantías. Y es que en esa zona del juego han perdido a efectivos importantes como Sánchez de la Rosa, Antoine Sánchez o Raphael Blanco. Los recambios van a ser jugadores de la cantera, a los que se quiere dar minutos en División de Honor y permitir que las promesas tornen en realidades.

Para el derbi, Juan Carlos Pérez no podrá contar con Kacilala, que ha tenido problemas con su visado.

Pocos cambios

En el eterno rival, las cosas están más asentadas. El VRAC mantiene el bloque que le ha dado los éxitos en los últimos años. Tiene la plantilla cerrada a la falta de dos refuerzos, un pilier que compita por el puesto por Alberto Blanco, y un apertura que cubra la vacante dejada por el argentino Tomás Carrió.

Durante el verano ha reforzado el puesto de talonador con el neozelandés Asomua-Goodman. No se ha olvidado de la segunda y tercera línea con las incorporaciones de Guido Albertario, Luis Canti y Koke Ortiz. A ellos se suma el zaguero irlandés Harish Graham. El fichaje estrella, el tongano Anthony Matoto, se perderá las primeras jornadas de competición por una lesión que se produjo durante el verano.

La columna vertebral sigue prácticamente intacta. Los hermanos Blanco, Gavidi, Basso, Paila, Eaton, Griffiths... Tiene mucho terreno ganado al contar con un quince prácticamente hecho de la temporada anterior. Eso puede ser una ventaja en el derbi del domingo, donde el rival tiene más piezas que engranar.

Lo que está claro que los errores penalizan mucho. El elemento emocional también pesa lo suyo. Los hombres de Diego Merino son los favoritos sobre el papel, pero un duelo de máxima rivalidad no sabe de favoritismos. Ochenta minutos separan la algarabía de unos frente a la tristeza de otros.

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