El Salvador se sostiene en el pie torcido del Recoletas

El partido prometió más de lo que cumplió, como sí vallisoletanos y burgaleses jugasen afectados por el virus de un calendario que parece el Guadiana y que hace que los equipos estén en una pretemporada perpetua, sin ritmo de juego, con múltiples indecisiones, con una errática toma de decisiones y con demasiadas indisciplinas. Así se entiende que ganó el que más lo mereció, un Chami que tuvo la iniciativa durante más de setenta minutos, a costa de pasarlas canutas en los últimos diez.

El pateador Dorigon anunció lo que sería el desenlace al no acertar en el primer golpe a palos, animado pese a la distancia por la ausencia total de viento. Ni unos ni otros estaban muy seguros y prefirieron patear el balón al campo contrario para montar desde allí sus ataques; los de Gorostiza tenían más ambición, y en uno de ellos llegaron bien al agrupamiento, liberaron rápido el balón y encontraron la velocidad de Jaime Powys en el ala para marcar las primeras diferencias en el marcador (10-0).

El Salvador dominaba porque Recoletas parece saciado después de conquistar la Copa de la temporada pasada, parecía más un equipo de media tabla que un aspirante a los títulos, llegaba tarde y demasiado arriba a los placajes, y pronto se quedó en inferioridad por la amarilla de uno de sus pilieres. El Salvador no aprovechó su ventaja en la primera línea, buscó más las alas que los empujes por dentro y se encontró con los primeros puntos en contra en la única entrada de Burgos en su veintidós. Ganó bien una touch-maul, Tani Bay estuvo rápido para girar al lado contrario y encontrar a uno de los Mateu. Menos mal que el medio melé del XV del León estaba más pendiente de la grada y de los pleitos con su compatriota y ganó para su equipo la segunda amarilla del partido al filo del descanso.

Segunda ventaja numérica de El Salvador que se saldó con un mínimo 3-0 tras un acierto de Ortega. Con ocho puntos arriba y un Burgos desquiciado que encadena indisciplinas, el equipo franjinegro volvió a desperdiciar los diez minutos de castigo del otro pilier burgalés, media hora de juego con uno más (hubo un par de minutos de quince contra trece) y sin rematar el partido; más de uno empezó a temer lo peor cuando Santi Ortega, en un lanzamiento repetido, estrelló en oval contra los postes en una posición cómoda para un pateador como él.

Recoletas estaba vivo, El Salvador sentía que el partido se le hacía largo y empezó a blandear en los placajes; los de Burgos ensayaron bajo palos en la segunda ocasión que rondaron la trinchera rival y estrecharon la diferencia a la mínima expresión. Los puntos estaban en el aire y había que jugar con cabeza, la que le faltó a El Salvador para madurar la posesión en una melé a favor; cedió el balón al rival, se quedó sin fuerzas para defender sin faltas y concedió tres intentos a palos a Marcel Sirvent, que acababa de entrar en el campo en sustitución de Dorigon. Falló el primero, que parecía sencillo, falló el segundo, más alejado, pero muy centrado, y con el tercero se habían agotado las oraciones del Chami, que no sabemos a quién se encomendó para que el tercer intento, el más sencillo de todos y ya más allá del minuto 80, tampoco encontrara la vía directa a los palos.