El Salvador empieza a gustarse

Domingo de Ramos. Vacaciones. Vale. No son razones suficientes para explicar la escasa asistencia de público a las gradas de Pepe Rojo, un mal que se apuntó durante toda la temporada y que en esta jornada llegó a su cota más baja, hasta el punto de convertir la gran fiesta del deporte vallisoletano en una reunión de amigos. Bien hará el mundo del rugby en reflexionar y en preguntarse por qué se ha llegado hasta aquí, si es por un calendario que parece el Guadiana, por una mayor promoción fuera del circuito cerrado de los clubes o porque alcanzó en su día un techo difícil de mantener.

Dicho esto, y por entrar en el partido que nos ocupa, El Salvador cuajó una mañana redonda que dio continuidad a su gran sorpresa en el último derbi local, saltó a la cuarta plaza de la tabla y se jugará ese puesto de privilegio, que te permite jugar el cruce en casa, en Baldiri Aleu en la jornada final; la Santboiana será su rival liguero, ahora deberán jugarse el disputar los dos partidos en el Llobregat o el segundo en Valladolid.

El quince de Gorostiza está, de largo, en su mejor momento de la temporada, y seguro que se lamenta de no haber alcanzado ese punto de madurez unas semanas antes, en la semifinal copera ante el Quesos, cuando tuvo el pase en sus manos y se le escurrió con el 6-15; El Salvador hubiera llegado a esa hipotética final contra Burgos con el ánimo y el juego por las nubes.

Sin arrollar, pasó por encima del Alcobendas, al que apenas concedió dos o tres acciones en veintidós defensiva y un solo lanzamiento a palos, enchufado por Zabalegui ya con el 11-0 a cuestas. Los franjinegros han alcanzado un punto de madurez que les permite mantener la concentración y la tensión durante los ochenta minutos de juego; tuvo paciencia para no precipitarse y aprovechar sus primeras ocasiones de tres en tres, sin perderse en lanzarse a por el ensayo en sus primeros ataques, Santi Ortega, esta vez más acertado en sus patadas abiertas que en las directas a palos (falló cuatro de siete), colocó de salida un 6-0 que dio tranquilidad al equipo, muy centrado en cerrar por dentro las posesiones de los madrileños. Si estás firme en defensa, compras muchas papeletas para llevarte premio en ataque, y El Salvador lo encontró en una patada profunda de Bell, el ala López se quedó con la pelota, no se vio arropado por sus compañeros, dudó y, cuando quiso reaccionar, tenía encima a Ortega y Mateo Sánchez, el oval pasó a manos blanquinegras, encadenó un par de fases y Tufuga rebasó la línea de ensayo.

La segunda parte empezó de la mejor manera posible. Bell volvió a encender la mecha, Mateo Sánchez no le dejó a solas y, con su larga zancada, firmó uno de los ensayos más espectaculares del curso. Como El Salvador seguía seguro atrás, olió el bonus ofensivo y centró sus siguientes ataques en lograr la tercera marca; Ortega lanzó los castigos a la banda y, tras uno de ellos, De la Llana le puso el lazo a un maul del paquete de delanteros que arrastró hasta Alcobendas a sus rivales.

Con 23-3 la victoria parecía segura, solo faltaba amarrar el quinto punto extra, y no lo tuvo fácil porque Bell fue castigado con una amarilla muy rigurosa. Ni entonces se desordenó El Salvador, que redobló sus esfuerzos atrás y confirmó que la mejor manera de correr el reloj es con el balón en su poder; no lo hizo en las zonas neutras del campo, y así encontró Du Toit el camino del cuarto ensayo y la sentencia del quinto punto chamizo.

Ahí se acabó el partido. El juego se destensó lo suficiente para que Alcobendas pisara tierra colegial y buscara un ensayo del honor que no ponía en peligro el bonus local, y no lo consiguió porque El Salvador, pese a que el cansancio ya pasaba factura, y a volver a quedarse con catorce, aguantó la tensión hasta más allá del minuto 80.

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