El destino de los Bianchi
Mauro, Lucien y, casi medio siglo después, Jules: una familia que ha vivido las dos caras del automovilismo, la gloria y el drama
santiago de garnica
Sábado, 1 de agosto 2015, 18:37
Cuando Jules decía adiós el pasado 17 de julio tras una lucha desigual desde el 5 de octubre de 2014, fecha de su terrible y lamentable accidente en el Gran Premio de Japón, parecía cerrarse un capítulo más de un destino trágico, el de los Bianchi, ligado a las dos caras de las carreras, la de la gloria y la del drama.
Su bisabuelo Roberto Bianchi fue mecánico en los años 30 del pasado siglo del inolvidable Tazio Nuvolari, el Mantuano Volador, una de las más grandes leyendas de la historia del automovilismo. Y en los años 50, del belga Johnny Claes.
Sus dos hijos, Mauro y Lucien (nacidos en Italia), crecieron por tanto en un ambiente de carreras y, como no podía ser de otra forma, se convirtieron con el paso de los años en pilotos, participando en competiciones en los 50 y 60 con licencia belga. Sería en las pruebas de resistencia donde Mauro brilló más, sobre todo con Abarth en los años 1962 y 1963. Sin ser un piloto sobresaliente, sus buenas manos al volante se combinaban con una reconocida capacidad para poner a punto los coches, fama que le valdría su entrada en el equipo oficial Alpine Renault y su participación en pruebas de Fórmula 3, 2 y, sobre todo, resistencia. Precisamente al volante de uno de los bellos pero difíciles de pilotar A220 que compartía con el francés Patrick Depailler sufrió en las 24 Horas de Le Mans de 1968 un terrible accidente que le apartó para siempre de la competición. Ese año ganó la carrera su hermano, Lucien Bianchi, junto al mexicano Pedro Rodriguez, con un Ford GT 40. Lucien contaba cómo le impactó ver de pronto al borde de la pista los restos de una puerta con el número del coche de Mauro.
Como la mayoría de los pilotos de su época, Lucien participaba en diferentes disciplinas: rallies, resistencia Fórmula 1... Así, entre 1960 y 1968 correría 17 grandes premios en el Mundial de F 1 con Lotus, ENB Maserati, BRM y Cooper. La temporada más completa fue la de 1968, en que disputó siete grandes premios con el Cooper Maserati, un pesado y obsoleto monoplaza que llevó a la tercera plaza en Mónaco.
La carrera de Lucien tuvo otros momentos gloriosos, como cuatro victorias en el Tour Auto. Igualmente, ganó las 12 Horas de Sebring en 1962 con un Ferrari. Y en 1965, compartiendo el volante de un Alpine con su hermano Mauro, ganó los 500 Kilómetros de Nurburgring.
Sin duda, su gran triunfo fue el ya citado de Le Mans en 1968. Ese año también estuvo a punto de ganar en un terreno muy diferente, el Rallye-Marathon Londres-Sídney en compañía de Jean-Claude Ogier, con un Citroën DS oficial. La prueba que se corría entre el 24 de noviembre y 18 de diciembre, comprendía un recorrido de 11.200 kilómetros a través de 11 países. Pero a 240 kilómetros de la llegada, cuando eran líderes, el coche de un particular chocó de frente con el Citroën.
Apenas tres meses después llegaría el gran drama. A principios de 1969, Lucien, cuya cotización ha subido muchos enteros, firma con la escudería Autodelta, que hace correr los Alfa Romeo oficiales para disputar con un T33 las 24 Horas de Le Mans. En marzo son las primeras pruebas oficiales en el trazado francés. El capó posterior del Alfa da bastantes problemas y debe ser reparado en la primera jornada de ensayos. En la segunda continúan los problemas y entra en boxes para fijar nuevamente el capó. Luego sale y en Mulsanne de pronto baja la velocidad, enciende el intermitente y se acerca al borde de la pista. Repentinamente, el coche se desequilibra y choca contra un poste telegráfico, se incendia y explota. Lucien muere con 34 años.
La familia, tras el grave accidente de Mauro y la muerte de Lucien, no quiere saber nada de carreras. Durante cuarenta años mantienen la promesa. Philippe, el hijo de Mauro, vive en Francia y se convertirá en director de una pista de karting.
Bueno, el karting no es igual a correr en coche. Pero su hijo Jules lleva en la sangre las carreras y llegará a la Fórmula 1, donde no había hecho sino mostrar las primeras señales de un enorme talento.
Sin embargo, el destino le acechaba un 5 de octubre en Suzuka, en el GP de Japón de 2014.