Benito Sanz de la Rica, el padre del deporte federado de Valladolid
José Miguel Ortega
Lunes, 20 de abril 2015, 19:28
Eloy de la Pisa me telefoneó el domingo por la noche para decirme que había muerto Benito Sanz de la Rica. Casi centenario iba a cumplir 98 años- fue un hombre clave para el deporte de esta ciudad, y aún de toda la región, en los difíciles tiempos de la posguerra.
Había nacido en la localidad soriana de Berlanga de Duero, en 1917, y se trasladó a Madrid para estudiar Derecho, siendo allí donde se familiarizó con el deporte, practicando modalidades minoritarias como la esgrima y lucha grecorromana, natación en el Canoe cuando este club era uno de los más potentes de España, y atletismo llegando a tener algún récord universitario.
En Valladolid aterrizó tras la guerra con el encargo nada sencillo de organizar un deporte desbaratado o inexistente. Fundó las federaciones de baloncesto, balonmano, atletismo y natación, reorganizó el deporte universitario como jefe de deportes del S.E.U. y más tarde del Frente de Juventudes, poniendo de manifiesto una enorme capacidad directiva.
Pero simultáneamente, Benito Sanz de la Rica fue jugador campeón de España de balonmano a once y primer campeón de la liga vallisoletana de baloncesto-, entrenador y periodista, porque la prensa local no tenía especialistas para hablar de deportes recién implantados. Bajo el seudónimo de Madrazo daba cuenta de todos los resultados en las páginas de El Norte de Castilla, Diario Regional y Libertad, centrando su labor divulgativa en el primero de ellos, a partir de 1955.
En esta ímproba tarea le ayudaban los árbitros de baloncesto y balonmano y los jueces de natación y atletismo, que le llevaban las actas a su despacho de Secretario de Sindicatos. De hecho, muchos de estos árbitros eran también funcionarios sindicales, lo que facilitaba la labor periodística en la que no solo incluía comentarios personales, sino también la valiosa documentación de los anotadores de los partidos y las marcas de nadadores y atletas.
Durante muchos años, Sanz de la Rica escribió la historia de un deporte del que él había sido el padre, especialmente de la natación, su principal debilidad. Él fue quien creó la Federación Astur Leonesa, potenciando el espíritu de superación en los campeonatos regionales, que tradicionalmente se celebraban en la piscina deportiva, en Las Moreras, durante las ferias de septiembre.
En los años 70, desde su cargo de Delegado de Educación Física, luchó por la construcción del Polideportivo Huerta del Rey y de la primera piscina cubierta, la del Instituto Zorrilla. Puede decirse que durante medio siglo fue el factótum de la actividad deportiva vallisoletana.
Todos los deportistas de entonces teníamos un respeto grande hacia este hombre, que a mí siempre me trató con un afecto especial. Eran tiempos aquellos en los que solíamos practicar varios deportes a la vez y desde las páginas de El Norte me envió un recado, diciendo que no llegaría muy lejos si continuaba prodigándome tanto, y le respondí con la soberbia estupidez de correr una prueba de campo a través, un partido de baloncesto de segunda división y otro de balonmano de los juegos escolares, todo en una mañana. Como salí vencedor en los tres retos, se lo hice saber de forma ostensible. Dos meses después de aquella hazaña, caí enfermo víctima de una anemia.
Tuvimos algún otro desencuentro entonces, aunque siempre prevaleció el aprecio que él me tenía a mí y el respeto que yo le tenía a él. Algunas de las fotos y datos que han ilustrado mis libros sobre la historia del deporte, fueron un regalo suyo y, de hecho, asistió a la presentación de Historia del Deporte Vallisoletano, presentado en 2013 en el Ayuntamiento.
Desde entonces nos vimos un par de veces y charlamos de nuestras cosas, de nuestros recuerdos, y no presentí que su final estaba próximo. Incluso comentamos que le dedicaría un artículo cuando cumpliera cien años. Se ha quedado cerca. Murió el domingo y ayer por la tarde trasladaron sus cenizas a su localidad natal, Berlanga de Duero, donde él quiso descansar. Aquí nos queda su obra ingente en materia deportiva y, a nivel personal, sus consejos y su afecto.