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Pablo Carrera, durante la competición.
Pablo Carrera, eliminado tras su décimo puesto
Tiro Olímpico

Pablo Carrera, eliminado tras su décimo puesto

El tirador bilbaíno quedó décimo en pistola de aire comprimido a 10 metros tras quedarse a un solo punto de la final.

jon aguiriano

Sábado, 6 de agosto 2016, 03:13

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Pablo Carrera suele recordar que la frontera entre la alegría y la decepción en el tiro olímpico es mínima; tanto que a veces resulta inapreciable. Ayer pudo comprobarse una vez más. El tirador bilbaíno no pudo entrar en la final de pistola de aire comprimido a 10 metros por un solo punto después de sesenta disparos realizados durante una hora en seis series de diez. Se clasificaban los ocho primeros y quedó décimo con 579 puntos, empatado con el noveno, el georgiano Dimitrije Grgic. Por delante de ellos se colaron hasta cuatro tiradores que habían hecho 580. Así es el deporte, se resignaba Carrera en la zona mixta. Creo que he competido bien, pero al final todo está muy ajustado y el 93 que he hecho en la tercera serie me ha penalizado.

El tirador vasco también suele explicar que en el tiro cuenta muchísimo la inspiración del momento. Él estaba en buena forma y realizó un calentamiento magnífico encadenando muchos dieces. Detrás de él en la primera fila de la grada, su preparador físico Daniel Mon era optimista. La primera serie de diez tiros resultó prometedora: 98 puntos de 100. Ese era el camino, evidentemente, pero transitarlo no iba a ser fácil con la enorme presión que los deportistas sufren en los Juegos. Carrera parecía tranquilo. Al acabar, diría que no había acabado de enfocar bien con su lente a lo largo de toda la clasificación, pero no se le notaba. Siempre de perfil, en apariencia impasible, con la lentitud de movimientos que exige la concentración absoluta, disparaba a un buen ritmo. De hecho, era de los más rápidos.

La segunda serie fue peor: 95. Era necesario mejorar el resultado en la tercera, pero ocurrió justo lo contrario. Carrera hizo 93, una cifra muy pobre que le colocó al borde del abismo. En una competición en la que la igualdad es máxima, ese tipo de tropiezos acostumbran a ser mortales. Hay que tener un pulso de acero y una gran experiencia para sobreponerse. Como lo hizo, por ejemplo, el gran Jin Jongoh, que se curó de un 94 en la segunda tanda con un 98 y un 100, el único de toda la clasificación, en las dos siguientes. El tirador de Irala logró rehacerse. Fue mejorando. Tras un 97 y un 98 en la cuarta y en la quinta serie, Daniel Mon volvió a tener alguna que otra esperanza tras haberlas perdido todas con el 93. A su lado, el presidente de la Federación Española de Tiro, Rodrigo de Mesa, fruncía el ceño apoyando las manos en su bastón. Aunque él y Carrera no se hablan desde hace varios años, ayer le deseaba lo mejor. Por el bien de todos.

Necesita un 99 como mínimo, comentó el preparador físico del polícia nacional vasco, antes de la última tanda. Así fue, efectivamente. Carrera fue subiendo puestos en la sexta serie, que realizó a un ritmo más lento, desechando algunos intentos de disparo y buscando en todos ellos la perfección que necesitaba. Después de cuatro dieces seguidos, entrar entre los ocho primeros dejó de ser una quimera. Un 9 en el quinto disparo puso la tensión al límite. Daniel Mon hizo entonces eso que se llama una manita. Necesita cinco dieces, comentó, nervioso. No fue posible. Hizo tres consecutivos y entró entonces entre los finalistas de forma provisional, pero un nueve en su penúltimo tiro, antes de terminar con un nuevo pleno en el centro de la diana, le acabó condenando.

Los cálculos de su preparador no pudieron ser más exactos. Un punto sobre 600 posibles. Nada, realmente, pero todo un mundo en una especialidad donde todo pende de un hilo finísimo. Y de la inspiración. La que tuvo el vietnamita Hoang Xuan Vinh, que obtuvo el oro contra todo pronóstico, y fue escoltado en el podio por el ídolo local, Felipe Almeida Wu y por el chino Pang Wei. El doble campeón olímpico Jin Jongoh sólo pudo ser quinto. Como Carrera, tampoco tuvo su día.

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